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Crítica:LA PELÍCULA DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Legitimado y tibio exorcismo

Carlos Boyero

Nunca he sabido disfrutar de los supuestos y al parecer incomparables placeres que proporciona el terror en el cine. Cuando era niño cerraba los ojos y me tapaba los oídos cuando intuía que iba a llegar el gran susto y los desesperados chillidos del amenazado. Aunque supiera que estaba rodeado de gente en la sala y que el espanto solo se iba a cebar con los personajes de la pantalla. Imagino que esa forma de autoprotegerse ante el estallido del pánico es común en la infancia, pero lo que resulta tan anormal como tragicómico es que a mi tardía edad siga repitiendo idénticos gestos al notar la inminente llegada del monstruo. Consecuentemente, no se me ocurre jamás el acto masoquista de ver en la soledad de mi casa cine de este género. Cuando debo hacerlo por obligación profesional, intento que sea en compañía o me replanteo cambiar de oficio. Ya sé que cuando esas películas son muy malas y no te crees nada, la risa ante lo grotesco sustituye al miedo. Pero tampoco encuentro morbo ni gracia en el cine infame, sea en clave gore o pasote con guiños. Y a mi edad, tampoco estoy dispuesto a inscribirme en clases de modernidad para aprender a paladear la diversión del cutrerío con pretensiones.

EL RITO

Dirección: Mikael Håfström.

Intérpretes: Anthony Hopkins, Alice Braga, Toby Jones, Rutger Hauer, Ciarán Hinds.

Género: terror. Estados Unidos, 2011.

Duración: 115 minutos.

No creyendo en dioses ni diablos, paradójicamente me da muy mal rollo todo lo que se refiere a los segundos cuando aparecen en el cine. Lo cual no me impide haber compartido unas cuantas veces la insoportable angustia de la embarazada Rosemary, acorralada por sus pintorescos y encantadores vecinos, traicionada por el trepa de su marido, aceptando y meciendo la monstruosa criatura que ha parido, en esa obra maestra del desasosiego y de la transgresión titulada La semilla del diablo. También lo pasé fatal en el mejor sentido con la criatura de La profecía, su inquietante cuidadora y el mastín que le protege de todo lo humano. De El exorcista me asusta mucho más su atmósfera que las volteretas que daba la cabeza de la endemoniada y las salvajadas que vomita su boca. Y pasé varias noches en Venecia despierto hasta las tres de la madrugada (hora en la que aparecía el maligno) y en estado de acojone después de haber sufrido El exorcismo de Emily Rose.

En el arranque de El rito nos avisan de que lo que van a contar está basado en hechos reales y una frase de Wojtyla certificando que anda suelto Satanás cometiendo felonías en la Tierra. O sea: nada de ficciones sobre el mal. Palabra del Papa. Y, cómo no, el protagonista es un seminarista escéptico que desciende de una familia de funerarios, familiarizado desde niño con la muerte y la certeza de que con ella se acaba todo. Su proceso iniciático en demonología resulta previsible. Un exorcista bendecido por el Vaticano le convencerá con experiencias siniestras de que solo puedes defenderte y combatir al casi invencible diablo si aceptas su existencia. El rito no abusa del efectismo, es pulcra en imágenes y diálogos, se deja ver y oír. No transmite ni frío ni calor y dudo que vaya a generar demasiadas pesadillas. Anthony Hopkins resulta mucho más creíble y turbio como profesional del exorcismo que como endemoniado.

Anthony Hopkins, en un fotograma de <i>El rito.</i>
Anthony Hopkins, en un fotograma de El rito.
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