Miedo en el cuerpo
El revival de los setenta continúa. La estética se impone sobre el raciocinio y todo lo que huela a pantalón de cuero ajustado, a cruzado mágico de playtex y a cualquier serie de ficción o animación que nos hubiera alegrado o machacado la vida hace 30 años es susceptible de resurrección en la gran pantalla. Los Ángeles de Charlie, SWAT, Starsky y Hutch... Aún les quedan Colombo, Kojak y mil más.
De los dibujos tampoco hay quien se libre. Scooby-Doo, la película, que cosechó hace un par de años un considerable éxito en Estados Unidos, ya tiene secuela. El acabóse.
No nos engañemos. La serie de animación creada por William Hannah y Joseph Barbera en 1969 ya era de una simpleza descomunal. Presentaba la habitual y archirrepetida tipología de pandilla (el guapo, la princesa, la empollona y el gamberro) y se alimentaba de unos lugares comunes que aparecían en cada capítulo (el grupo pasando miedo en una casa encantada, el perro saltando sobre Shaggy y éste gritando "¡Scooby-dooby- doo...!"). Eso sí, los episodios duraban poco más de 10 minutos y así era difícil cansarse. Otra cosa es repetir la fórmula narrativa con personajes reales (excepto el perro, que está creado por ordenador), fabricar una secuela y alargarse hasta unos extenuantes 88 minutos. Sufrida en un pase de fin de semana en un cine abarrotado de niños y padres, los críos parecían disfrutar durante la primera media hora y aburrirse un tanto con el resto (cuando las palomitas han pasado a mejor vida y la historia ha vuelto tantas veces al mismo punto que ya no hay quien la aguante). Los papis, en sus cosas.
SCOOBY-DOO 2
Dirección: Raja Gosnell. Intérpretes: Sarah Michelle Gellar, Freddie Prinze Jr., Linda Cardellini, Matthew Lillard. Género: comedia infantil. EE UU, 2004. Duración: 88 minutos.