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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Mundo viejuno

Más que una estrella, George Clooney es un interesante caso de estudio. Paradigma del actor relajado en unos tiempos en los que la interpretación se mide en clave de exceso e intensidad, Clooney se mueve con igual prestancia tanto en el terreno de la nada cool (Ocean's thirteen) como en el de la caligrafía vintage (O Brother!): es, a la vez, pura contemporaneidad y eco nostálgico. En Ella es el partido -su primera película como director que concede un protagonismo central a su estrellato-, Clooney explota a fondo ese último extremo de su paleta interpretativa, mientras parece haber descubierto que el relajo es algo que también puede disfrutarse desde la silla de director, tras la extenuante demostración de habilidades de Confesiones de una mente peligrosa (2002) y el asfixiante corsé formal de Buenas noches, y buena suerte (2005). Clooney no parece aquí empeñado en defenderse como director, sino como actor que dirige... con competencia.

ELLA ES EL PARTIDO

Dirección: George Clooney.

Intérpretes: George Clooney, Renée Zellweger, John Krasinski, Jonathan

Pryce, Stephen Root, Jack Thompson.

Género: comedia. EEUU, 2007.

Duración: 114 minutos.

No hay sospechas de discurso autoral en la tríada de películas que ha dirigido hasta la fecha, aunque quizás exista cierto margen para considerar que Clooney concibe sus películas como una heterogénea serie de cartas al padre, periodista: aquí, bajo las formas de una screwball comedy con aspecto de lección aprendida, aflora el debate sobre la conveniencia (o la inconveniencia) de imprimir la leyenda, pero lo que gana la partida es el placer por una caligrafía de la nostalgia y la autoconciencia de saberse, por un par de horas, deliciosamente tonto.

En Ella es el partido, Clooney, con la complicidad de dos periodistas deportivos -Duncan Bratley y Rick Reilly- reciclados en guionistas con buena mano para la réplica afilada, parece rememorar un clásico de Preston Sturges -Salve, héroe victorioso- sobre el telón de fondo de la profesionalización del fútbol americano. La película se abre con un espléndido chiste visual: un público expectante y una vaca perpleja sirven para ilustrar el contrastado impacto del fútbol universitario y el fútbol profesional en ese momento clave que exigió a los asilvestrados cabezas-de-cuero una reinvención para la supervivencia. El impacto mediático y las reglas tuvieron que entrar en el terreno de juego para esbozar un modelo de espectáculo fundamentado en la rentabilidad y la gratificación de las expectativas de la grada. La película de Clooney no logra mantenerse a la altura de este arranque, pero tampoco es sencillo detectar dónde está el paso en falso que coloca el conjunto bastante por debajo de sus modelos.

Clooney extrae de sus actores notas que parecen prensadas en disco de pizarra, pero a esta cornucopia cinéfila -con guiño a Sucedió una noche- le falta algo. Quizá necesidad o razón de ser.

Renée Zellweger y George Clooney, en un fotograma de <i>Ella es el partido.</i>
Renée Zellweger y George Clooney, en un fotograma de Ella es el partido.
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