Problemas de identidad

El extraño trío que forman la escritora Lucía Etxebarría y los directores Alfonso Albacete y David Menkes, comercialmente tan fructífero en Sobreviviré, vuelve ahora a la carga con parecidos mimbres: problemas de identidad sexual, una mirada -más bien apresurada y cargada de tópicos- hacia ciertos rincones de la realidad como la inmigración centroamericana, los barrios populares madrileños, la soledad de ciertas cuarentonas hartas de fracaso afectivo, la adopción de niños rusos, todo ello en una mezcla genérica en la que drama y comedia se dan la mano en desigual maridaje. Pero la cosa no termina de funcionar, salvo algún detalle menor -es un primor ver cómo la mexicana Scanda borda su papel de dominicana celosa y sexualmente agresiva-, entre otras cosas, porque las dos situaciones fuerzan que el guión explota para dar sentido a la trama, la súbita reconversión de Jorge Sanz de púdico homosexual en hetero enamorado, y la solución Tootsie que Magill emprende para reconquistar a su perdido amor, caen por su propio peso en el ridículo más espantoso.

Que los actores estén fatal, salvo excepciones, o que la película tenga algunos de los diálogos menos inspirados son incluso detalles menores al lado de la inverosimilitud de lo contado: una lástima.