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CÁMARA OCULTA | cine
Columna
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Regalo de Pascua

La asociación de productores cinematográficos saluda con entusiasmo el nombramiento de José Ignacio Wert como nuevo ministro de Cultura, Educación y Deportes, tres ramas dispares y difícilmente conciliables. Por su parte, numerosos defensores de las descargas ilegales se han despachado a gusto en su contra en diversos foros. No en vano, este nuevo ministro les llamó "libertarios digitales" y "nuevos bárbaros" en un artículo publicado en este periódico a principios de año, acusándoles simplemente de saqueadores de la creación cultural. En este aspecto, la guerra continúa o empieza de nuevo: "Con el señor Wert, la Sinde se va a quedar corta...", puede leerse.

Lo que sorprende, sin embargo, es que hasta el momento hayan sido pocas las voces contra la supresión de hecho del Ministerio de Cultura, algo que ya ocurrió en los Gobiernos de Aznar y, como bien ha recordado Javier Marías, en la era de la dictadura de Franco; en aquellos tiempos la cultura se incluía en el ministerio de la censura, llamado de Información y Turismo. Ahora, con el alibi del ahorro económico, se empequeñece de nuevo la cultura en la vida colectiva, relegándola a un segundo plano. Se temía. ¿Qué ocurrirá con el cine y los creadores que se manifestaron contra algunas decisiones del Gobierno de Aznar? ¿Degradar el ministerio es una respuesta a aquella postura casi generalizada?

Más información
"Nadie respeta la cultura de un país que lidera las descargas ilegales"

La experiencia vivida entre 1996 y 2004, cuando se fusionó la cultura con la educación y el deporte, no dio buen resultado, y el propio Rajoy debe de saberlo, ya que dirigió durante unos meses tan macroministerio. ¿O tendrá, por el contrario, buenos recuerdos? Sería sorprendente. Como lo ha sido el que haya hecho oídos sordos a las opiniones de los creadores y gestores culturales que en los medios de prensa durante los últimos días reclamaban que no desapareciera un ministerio específicamente dedicado a la cultura.

En cualquier caso cabe recibir con expectación a un nuevo ministro con rostro nuevo, más inquietante hubiera sido encontrarnos con caras gastadas. Ahora, solo queda esperar...

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