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PANTALLA INTERNACIONAL

El Rocky real demanda al actor Sylvester Stallone

Un boxeador de segunda fila reclama judicialmente derechos de inspiración del personaje a quien lo encarnó varias veces en el cine

Javier Casqueiro

La pelea ya no es entre Rocky Balboa, o sea, el actor Sylvester Stallone, y Apollo Creed. Aquélla fue ficción y transcurrió con impactante éxito en las pantallas hace 27 años. Hizo millonario a Stallone y le transformó en un peculiar icono. El combate ahora es más prosaico, real y judicial. El incombustible fajador de segunda fila Chuck Wepner, que inspiró el filme, demanda ahora a Stallone 15 millones de dólares por no pagarle un penique y olvidarse de meterle en algún pequeño papel en una de las secuelas.

Chuck Wepner, con 65 años y escoltado por su abogado, Anthony Mango, confirmó la presentación el miércoles por la tarde de una demanda en la corte del Estado de Nueva Jersey contra Stallone por haber usado en su día uno de sus apodos y su épica historia real para montar todo el tinglado que convirtió el primer Rocky en mucho más que una película de boxeo. Aquel primer filme, para empezar, logró en 1976 los oscars de la Academia a la mejor fotografía, mejor director y mejor montaje. No al mejor actor. Los expertos calculan que Rocky ha ingresado a lo largo de su historia unos mil millones de dólares por su proyección en las salas, ventas de vídeo y DVD.

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Sylvester Stallone, entonces un joven actor que buscaba sus raíces sin mucho sentido entre las noches de luna llena de las playas de la Costa Brava, ha reconocido siempre al menos dos cosas: que se hizo multimillonario con ese trágico papel y que se basó para escribirlo en los estertores de una mítica pelea que presenció en 1975 entre el entonces adorado Mohamed Alí y un anodino sparring que le aguantó inesperadamente casi los 15 asaltos. Le faltaron sólo 19 segundos. Pero esa pugna de titanes honró toda la vida de Wepner. Algunos, tras la querella de ahora, intentan restarle mérito al recordar que Alí llegó a aquella "broma" algo tocado de su gran duelo con Foreman.

Pero Stallone sí concedió un valor moral a aquella gesta llena de sudor y sangre pegajosa de Wepner, apodado entonces Bayonne Bleeder por su pueblo, por lo fácil que se le abrían las cejas y porque no se rendía ante nada ni nadie. E hizo suyo aquel ejemplo del honesto boxeador que nunca hizo nada grande y al que se le dio la oportunidad de vérselas con Alí. El actor defiende en su página web que aquel momento de gloria fue más importante para Wepner que cualquier cantidad de dinero que pudiera recibir... por pelear.

Stallone admite esa fuente de inspiración en su biografía oficial y también que escribió él mismo el guión en apenas tres días. Con sus noches. Los productores y estudios a los que enseñó el primer boceto le compraron rápidamente la idea, pero no le querían como intérprete. Le ofrecieron hasta un millón de dólares de entonces, pero veían en el papel de Rocky a Burt Reynolds, Paul Newman, Steve McQueen o Al Pacino. "De ninguna manera". Stallone concebía entonces la historia de Rocky Balboa como una metáfora de que no todo en la vida se compra con dinero, de que la lucha sin fin y sin cuartel por una meta puede ser más importante que la meta en sí.

Aquella pugna de principios se olvidó en algún recodo del camino. Stallone hace tiempo que es una megaestrella. Pero nunca más se ha querido acordar del viejo Chuck, que ahora trabaja en una licorería de su Nueva Jersey natal. Wepner y sus letrados aseguran que para callarle le prometió un papelito en Rocky II. No se lo dio. El debate ahora es si Rocky da para una sexta secuela en la pantalla y para un combate en vivo entre Stallone y Rocky Wepner. Chuck se ríe y sostiene que "Sly Stallone sigue sin tener brazo derecho suficiente para boxear".

Sylvester Stallone, en un fotograma de <i>Rocky V</i>.
Sylvester Stallone, en un fotograma de Rocky V.
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Sobre la firma

Javier Casqueiro
Es corresponsal político de EL PAÍS, donde lleva más de 30 años especializado en este tipo de información con distintas responsabilidades. Fue corresponsal diplomático, vivió en Washington y Rabat, se encargó del área Nacional en Cuatro y CNN+. Y en la prehistoria trabajó seis años en La Voz de Galicia. Colabora en tertulias de radio y televisión.

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