Seguridad nacional
Hay dos maneras de ver una película como La prueba. Una, la más directa, verla como un mero pasatiempo de acción. Desde esta perspectiva, la película se despliega ante su espectador con las formas de la clásica peripecia de aprendizaje: el que vivirá Colin Farrell a manos del experimentado Al Pacino; una especie de película "de colegas", según el consolidado modelo, en el que el veterano adiestra al más joven. Y éste, un chico volcánico, inteligente y arrojado, estará de acuerdo con el aprendizaje. Sobre todo, porque cree que le permitirá resolver una duda que gravita sobre toda su vida: el saber quién fue verdaderamente su padre, si un alto ejecutivo de la Shell o un agente encubierto de la CIA.
LA PRUEBA
Director: Roger Donaldson. Intérpretes: Al Pacino, Colin Farrell, Bridget Moynahan, Gabriel Macht. Género: criminal, EE UU, 2003. Duración: 115 minutos.
En este escenario, La prueba es una más o menos sólida peripecia de intriga criminal, competentemente narrada por un todoterreno como el australiano Roger Donaldson, quien ya había demostrado sus aptitudes para el thriller situado en ambientes del espionaje, en el que todavía sigue siendo su mejor filme, Sin salida. Es decir, la narración del proceso de adquisición de competencia para la acción de un héroe adiestrado por un instructor duro como el acero, sarcástico, imprevisible como debería ser todo buen espía: un redomado hijo de su madre. Según esto, La prueba se despliega con los ganchos habituales en este tipo de ficciones: el constante tour de force entre instructor e instruido, la aparición constante de obstáculos imprevistos, más una relación que unirá a Farrell con otra aspirante a espía casi tan lista como él (Moynahan, resultona).
Pero conviene no dejarse engañar por las apariencias: en el fondo, el filme de Donaldson, y seguramente es ésta la manera correcta de verlo, no es más que un mensaje consolador adaptado a estos tiempos de vuelta a la más rancia teoría de la seguridad nacional. Porque de lo que realmente va la cosa no es más que de mostrar la inmensa omnipotencia de las agencias de seguridad americanas, lo bien entrenados que están sus miembros para hacer frente a cualquier eventualidad... de lo que va la cosa, en fin, es de hacer olvidar que en los meses anteriores al 11-S la CIA estaba de plácidas vacaciones pagadas con dinero del contribuyente.
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