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Crítica:LA PELÍCULA DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tenebroso Putin, pobre Rusia

Carlos Boyero

El historiador Anthony Beevor en Stalingrado, Martin Amis en Koba el Temible y Alexandr Solzhenitsin en Archipiélago Gulag nos habían contado con escalofriantes datos o a través de su dolorida experiencia que para Stalin la vida ajena no valía nada, que sacrificaba rusos como si fueran moscas. La salvaje y ancestral eficiencia del KGB facilitaba todo tipo de masacres.

John Le Carré se inventó un universo diabólicamente realista en las magistrales novelas ambientadas en el Circus, en el que la poderosa mente analítica del sufriente cornudo Georges Smiley se enfrentaba en una implacable y retorcida guerra fría al mitológico, glacial y maquiavélico Karla, jefe del KGB. El enamorado Smiley, vulnerable emocionalmente ante la vocación adultera de su distinguida esposa, utilizada sabiamente por Karla, acababa cazando a su enemigo al descubrir que este hombre tiene un único flanco, su hija.

EL CASO LITVINENKO

Director: Andréi Nekrasov.

Intérpretes: Andréi Nekrasov, Borís

Berezovski, Alexandr Litvinenko.

Género: documental. Reino Unido-Rusia, 2007.

Duración: 105 minutos.

El director Andréi Nekrasov se ha propuesto en el inquietante y desolador documental El caso Litvinenko demostrarnos que las labores depredadoras ante cualquier tipo de disidencia siguen gozando de inmejorable salud en la supuestamente democrática y permanentemente trágica Rusia, que aquel chivato que hizo espectacular carrera desde pequeñito en el KGB, ese individuo todopoderoso y siniestro llamado Vladímir Putin, posee capacidad letal e impunidad absoluta para enviar al otro barrio a cualquier persona que amenace el corrupto tinglado que ha montado.

Reconstruye la tortuosa historia de Alexandr Litvinenko, aquel agente secreto del FSB (nuevas siglas del viejo horror) que se atrevió a denunciar las órdenes de asesinato que dictaban cotidianamente en su trabajo. Es el mismo tipo, que creyéndose que en la civilizada Inglaterra ha encontrado un definitivo refugio ante el monstruo, es envenenado con polonio, un elemento radiactivo con efectos degenerativos y mortales. El propio Litvinenko le ha contado anteriormente a la cámara de Nekarasov su atroz testimonio sobre el funcionamiento del Servicio Federal de Seguridad, los escándalos encubiertos del enriquecimiento de Putin mediante negocios transparentemente delincuentes, la probable autoría del servicio secreto ruso en atentados terroristas en Moscú que le servirán a Putin para justificar la guerra contra Chechenia, las legitimadas matanzas de civiles, un mundo tenebroso organizado desde el poder.

También describe cosas muy fuertes la periodista Anna Polit-kóvskaya, aquella mosca cojonera a la que cerraron a balazos su molesta boquita. Y el exiliado magnate Berezovski, convencido sin cinismo de que el pueblo ruso siempre tendrá alma de esclavo. Al dios Putin se la sudan las críticas internas o externas de tanto enemigo suprimible. Yo salgo revuelto ante la invencible ignominia. Los verdugos de Lit-vinenko le ofrecen un té (¿de plutonio?) a Nekrasov al ser entrevistados por él. Qué miedo.

Alexandr Litvinenko, en la cama del hospital londinense donde falleció.
Alexandr Litvinenko, en la cama del hospital londinense donde falleció.
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