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CÁMARA OCULTA
Columna
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Vacas flacas

Llegaron los recortes presupuestarios, y no sólo para el cine. Pero en medio del desánimo, surgen voces optimistas como la del productor Luis Miñarro asegurando que se pueden hacer películas baratas como las que él promueve, que aun así sean seleccionadas por el Festival de Cannes. O lo que es lo mismo, se pueden producir películas caras que no sean elegidas en festival alguno, o sea, que la cuestión no depende del monto del presupuesto, sino del talento u originalidad de cada película.

Ahora que las ayudas oficiales al cine español van a mermar, como todo en el país, va a ser más necesaria la imaginación. El joven y talentoso Rodrigo Cortés, entusiasmó en Sundance con Buried, película rodada en sólo 17 días, que cuenta la situación de un tipo enterrado vivo, que con la única ayuda de un teléfono móvil y una linterna intentará durante hora y media escapar del ataúd; la veremos comercialmente el próximo otoño. Cortés ha comentado en una entrevista que, en lo referente al cine, en todas partes se tiende a arriesgar lo menos posible, que hay mucho miedo a equivocarse, y que en consecuencia las películas se parecen cada vez más unas a otras, "como si estuvieran escritas con programas-plantilla" que se compraran en los aeropuertos. Un diagnóstico probablemente más cercano a la actualidad del cine de Hollywood que a la española, aunque en todas partes cuecen habas en cuanto a hacer películas "con plantilla", sean caras o baratas.

Modelo Rohmer

Es una vieja historia. Hace 20 años, el entonces director general de ICAA, Miguel Marías, abogaba por un cine español barato y de calidad. Su modelo, como buen cinéfilo, eran las películas del francés Eric Rohmer, porque, según decía, "es más fácil y lógico hacer películas que sean relativamente baratas, que funcionen bien, gusten al público y puedan venderse al exterior". La propuesta no cayó del todo bien entre los productores españoles que preferían hacer sus negocios por libre.

Ha llovido bastante desde entonces, han cambiado las reglas y usos del mercado, se han sucedido diversos directores generales, pero el mismo paisaje reaparece en tiempos de crisis. A menos dinero, más imaginación; en vez de fórmulas de plantilla, mayor riesgo. A la recomendación jesuítica de que en tiempos de tribulación no hacer mudanza, todo lo contrario: renovarse o morir. No hay otra. No sólo es Rodrigo Cortés: hay otros cineastas jóvenes que están demostrando que es posible. Vacas flacas, qué remedio, pero no locas ni mucho menos suicidas.

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