Verdades mentirosas
Haber tenido una vida de película no garantiza que, llegado el momento, ésta tenga que ser buena. De hecho, en este tipo de historias es cuando más en cuenta hay que tener una de las máximas del cine-testimonio: "La vida no tiene por qué ser creíble, el cine sí". A Flor del desierto, indolente traslación a la pantalla de la autobiografía de la modelo Waris Dirie, escrita y dirigida por la estadounidense afincada en Alemania Sherry Hormann, le ocurre algo de esto y mucho más. Aunque básicamente sus grandes problemas son la descompensación entre lo que se muestra y lo que se deja de mostrar (véase, utilización de las elipsis), la muy extendida costumbre de transfigurar a una sufridora en una santa angelical, y la no menos típica manía de convertir la denuncia cinematográfica de una lacra social en una especie de campaña escrita por un funcionario del Instituto de la Mujer.
FLOR DEL DESIERTO
Dirección: Sherry Hormann. Intérpretes: Liya Kebede, Sally Hawkins, Timothy Spall, Craig Parkinson. Género: drama. R U, Alemania, 2009. Duración: 120 minutos.
Dirie, somalí hija de pastores nómadas, sufrió la ablación del clítoris cuando tenía cinco años y, huyendo de un matrimonio concertado, acabó en Londres descubierta como modelo por un fotógrafo famoso y dando un discurso en la ONU en contra de la mutilación genital femenina. Lo dicho, una vida de película. Pero, para que todos estos acontecimientos tengan fuerza y verosimilitud narrativa, contados uno tras otro, hay que otorgarles sentido dramático. Y Sherry, en lugar de relatar, huye. Cuando no sabe cómo dar sentido a una concatenación de hechos, sale corriendo con una elipsis. Maniquea y superficial, Flor del desierto sólo se salva en la insoportable escena de la ablación, sobre todo por la hiperrealista interpretación de la cría (¡esos segundos de ahogo hasta el terrible grito!), a la que parecen haber engañado con hacerle algo realmente espeluznante. Ese llanto, esa congoja de la niña actriz es lo único que resulta auténtico de una película basada en una lamentable verdad.
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