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Crítica:ESTRENO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una biografía honesta

Es posible que muchos espectadores, desconocedores de la vida del gran compositor Cole Porter, se creyeran a pies juntillas la leyenda, voceada a todo el mundo por un biopic tan pacato como mentiroso, Noche y día, de que fue un encantador heterosexual tan convincente como Cary Grant lucía en dicha película. Eran, ciertamente, otros tiempos (1946), y el engendro, dirigido con rutinaria eficacia por Michael Curtiz, quedó hasta hoy como la "verdad" cinematográfica sobre Porter. Pero la verdad a secas, como siempre, era más compleja.

Construido como un musical, De-Lovely se atreve a ir justo hasta donde jamás pretendieron ni Curtiz ni los pacatos productores de Noche y día: hasta la vida íntima de Porter, un hombre casado, es bien cierto, pero que pasaba sus noches en compañía bien diferente a la de su mujer. Homosexual desde sus años universitarios, Porter (aquí, el siempre espléndido Kevin Kline) frecuentó los ambientes de la (a ratos) tolerada colonia de artistas gays de ambas riberas del Atlántico y de Hollywood; y su matrimonio con Linda Porter (una espléndida Ashley Judd), más que una tapadera, fue una auténtica hermosa historia de amor y tolerancia que unió a dos seres excepcionales.

DE-LOVELY

Dirección: Irwin Winkler. Intérpretes: Kevin Kline, Ashley Judd, Jonathan Pryce, Kevin McNally, Sandra Nelson. Género: drama musical, EE UU, 2004. Duración: 125 minutos.

Más información
"Mi tiempo artístico tiene un límite"

Musical clásico

Irwin Winkler cuenta la historia evocando algunos de los mejores momentos del musical clásico, pero también con un ojo puesto en la posmodernidad: no de otra forma puede interpretarse un musical que se hace y deshace a sí mismo ante la mirada del espectador, saltando por encima de las convenciones y, por fortuna, con mayor acierto a la hora de rodar sus arriesgadas secuencias que otros musicales contemporáneos, como Chicago o Moulin Rouge. O, dicho en otros términos, que aquí se ve a la gente cantar y bailar, lo que es muy de agradecer para cualquier amante del género o para cualquier espectador de a pie.

Y a la postre, la razón principal por la que será recordado De-Lovely no es otra que por su competente factura y por su deseo de no hacer trampas: se trata de contar la historia entre Linda y Cole, que ocupa un segmento importante de la acción, pero sin dejarse nada del resto en el tintero. Y el resultado es una película fascinante para cualquier amante de la música de Porter (con notables versiones a cargo de Elvis Costello, Diana Krall, Robbie Williams, Alanis Morissette, Natalie Cole o Vivian Green, entre otros), en la que luce el talento, entre melancólico y agridulce, del compositor, y del que el Hollywood clásico, que tan bien conoce Winkler, no sale bien parado, que digamos.

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