La bondad de una extraña
En El silencio de Lorna (2008), los Dardenne dejaban a su castigada heroína abandonada en el corazón del bosque, como una Blancanieves inquietante, aparentemente a salvo de esos ogros cotidianos que pueblan los submundos del tráfico de individuos. Ahora, son los propios cineastas quienes hablan de cuento de hadas al referirse a El niño de la bicicleta, radical ejercicio de concisión narrativa que corre el riesgo de ser subestimado cuando, en realidad, es el afinamiento de su cine social, siempre limpios de paternalismo y sermoneo ideológico.
En El niño de la bicicleta, el protagonista, vestido de rojo, atravesará un bosque que funciona como el territorio de la tentación, de la senda torcida que podría frustrar su testarudo camino de redención. Es un momento que emparenta con el desenlace de El silencio de Lorna, película en la que se amplificaban los ecos noir de El niño: la filmografía de los belgas es un complejo sistema de vasos comunicantes.
EL NIÑO DE LA BICICLETA
Dirección: Jean-Pierre y Luc Dardenne.
Intérpretes: Cécile de France, Cyril Catoul, Jérémie Renier.
Género: drama. Bélgica, 2011. Duración: 87 minutos.
Los Dardenne logran que su puesta en escena responda en todo momento a la tensión interior de su personaje, ese cachorro desamparado, en constante lucha con un mundo que le resulta hostil y que deberá acomodarse a esa nueva (y quizá provisional) madriguera que le ha habilitado la bondad de una extraña.