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El cuscús y el baile de un viejo héroe

Abdellatif Kechiche estrena su retrato sobre los emigrantes en Francia

Rocío García

"Yo hubiera preferido venir de una clase social más alta, pero es ahí donde crecí, donde evolucioné y, además, el medio al que yo quiero". El director Abdellatif Kechiche no puede ser más claro. Su última película, Cuscús, que se estrena hoy en España, es un retrato fiel y sin contemplaciones de una familia de emigrantes árabes en el sur de Francia. Kechiche, nacido en Túnez en 1960, conoce bien lo que es ser pobre, emigrante y árabe en un país que no es el tuyo. Con estos ingredientes, tan poco comerciales, ha tejido el que fue el gran éxito del cine en Francia el año pasado. Cuscús (el título original es La graine et le mulet) obtuvo cuatro César de la Academia francesa -mejor película, director, guión y actriz protago-nista-, además del Premio Especial del Jurado en Venecia, y en diciembre pasado, el premio de la crítica como mejor filme del año de la Academia de Cine Europeo.

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Cuscús, protagonizada por Habib Boufares y Hafsia Herzi, narra la situación delicada de un divorciado padre de familia que es despedido del trabajo. En lugar de regresar a su país de origen, como todos le rcomiendan, el hombre decide abrir su propio restaurante en un viejo barco oxidado para ofrecer típicas comidas árabes. Las autoridades francesas no le ponen las cosas muy fáciles. El cuscús, la música, el baile y las intensas relaciones de una familia grande planean en todo momento sobre el filme.

Hay un poco de todo en Cuscús. Lo primero, el deseo de Kechiche de homenajear a toda esa generación de emigrantes árabes que llegaron a Francia en los años sesenta. Su padre fue uno de ellos. "El personaje principal se inspira en mi padre, que fue un hombre que me marcó mucho, al que admiré mucho y que para mí era un héroe, algo que siempre es interesante en el cine", aseguraba el realizador durante un encuentro en París. "La elección de emigrar tan joven con dos hijos muy pequeños tenía mucho de aventura, mucho más que mi elección como cineasta", reconoce Kechiche, que trabajó como actor antes de dedicarse a la dirección -La faute à Voltaire (2000) y L'esquive (2003)-.

Hay también en Cuscús un deseo de dar a conocer al público y, más concretamente, a la sociedad francesa a ese grupo social, al que, a pesar de que muchos de sus miembros son ya ciudadanos franceses, se le distingue todavía por sus orígenes. "Es dramático que se les diga a esas personas que por tener orígenes raciales distintos tienen que renunciar a su forma de expresarse y sus costumbres. Por eso insisto en la familia, en la identidad a través del cuscús, su música y su baile".

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