El infierno es una autopista

En El televisor, demoledor episodio de 1974 de la serie de Chicho Ibáñez Serrador Historias para no dormir, un tipo gris y sin alicientes vitales daba un giro a su vida el día que se compraba el mágico aparato, con el que comenzaba una suerte de malsano idilio que le invitaba a aislarse del exterior hasta llegar a ser abducido mentalmente por el diabólico invento.
En Home, ¿dulce hogar?, filme con el que debuta la interesante directora suiza Ursula Meier, a la familia protagonista le ocurre algo semejante cuando otro siniestro invento de la modernidad, la autopista, invade su natural felicidad en forma de infernal carretera que cruza a unos metros de su hasta entonces paradisíaca morada.
HOME, ¿DULCE HOGAR?
Dirección: Ursula Meier. Intérpretes: Isabelle Huppert, Olivier Gourmet, Adélaïde Leroux, Madeleine Budd. Género: drama. Suiza, Francia, 2008. Duración: 98 minutos.
Como en esos laberínticos cuentos de Borges, repletos de claves y de múltiples significados, Home, ¿dulce hogar?, abre numerosos caminos hacia la metáfora, aunque no otorga al espectador ningún asidero colateral con el que entender las situaciones. De ese modo, nunca se sabe por qué ni desde cuándo la familia vive al pie de una autopista que ha tardado en inaugurarse 10 años desde su construcción; ni a qué se dedican fuera de este microcosmos ninguno de sus miembros; ni por qué, iniciado el infierno de ruido y polución, no hacen por escapar del desvarío.
Desde luego, si estamos ante un producto en pos de la ecología y ante una crítica de la hiperglobalización y de los efectos de la contaminación, el discurso no puede ser más banal; por el contrario, si por ejemplo lo que se estuviera cuestionando fueran las dificultades para mantener el armazón familiar en unos tiempos en el que los señuelos del exterior parecen lo suficientemente atractivos como para engatusar a todos sus miembros, el asunto adquiriría visos de cierta grandeza.
Película áspera, imposible de ver desde una perspectiva realista, y comandada no por casualidad por Isabelle Huppert y Olivier Gourmet, dos de los rostros más antipáticos del cine francés (ambos grandes intérpretes), Home, ¿dulce hogar? es, como El televisor, con la que comparte imágenes de sorprendente parecido en su parte final, una autopista abierta para la multiplicidad de mensajes. Y eso siempre es una virtud.
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