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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El ladrón de novias

Javier Ocaña

De los paseadores de perros a los cazadores de tendencias, el incomprensible mundo contemporáneo no para de renovar el panorama de los oficios clásicos, aportando novedades a cada paso. Sin embargo, el protagonista de Los seductores, agradable comedia francesa de desigual desarrollo y multitudinario éxito en su país, quizá se lleve la palma: ligón profesional; no por placer, sino por trabajo. Un tipo a medio camino entre el espía y el gigoló, contratado por familiares y amigos ansiosos de que determinada persona (de criterio erróneo, según su libre entender) rompa relaciones con quien no le conviene. El punto de partida, desde luego, tiene futuro, sobre todo en aras de la comedia romántica de corte blanco, a la que se añaden unas gotas de desenfreno screwball en el tratamiento de los secundarios.

LOS SEDUCTORES

Dirección: Pascal Chaumeil. Intérpretes: Romain Duris, Vanessa Paradis, Julie Ferrier, François Damiens.

Género: comedia. Francia, 2010.

Duración: 105 minutos.

Un Romain Duris permanentemente acelerado, como en casi todos sus trabajos, pero con más vis cómica de la presumible, y una Vanessa Paradis con porte y mirada de estar absolutamente segura de sí misma, lo que le viene fenomenal al papel, son los protagonistas de un relato que, si bien es cierto que sigue los cánones académicos tan a rajatabla que todo se ve venir, aporta novedades acordes con los tiempos que corren.

Su mezcla de glamur en los ambientes y cierto toque hortera en los acompañamientos parece una muestra de que lo zarrapastroso arrasa, por insólito, en el actual mundo del espectáculo. Así, como si vendiese más lo inconfesable que la elegancia innata, los autores deben ofrecer en una de sus tramas un homenaje a un romance clásico de la historia del cine, pero cuando uno está esperando la llegada del toque Hepburn (ya sea Katharine o Audrey), lo que irrumpe es nada menos que Dirty dancing.

Simpática, aunque algo torpe y carente de gusto en el tratamiento musical (a estas alturas elegir una canción de una película de Tarantino es el colmo de la falta de originalidad), Los seductores está destinada tan claramente al gran público que no miente. Ofrece lo que promete. El que busque clase de verdad, que recupere a Cary Grant.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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