La mentira está ahí fuera

Como en los tiempos en que la serie B tenía buenos reflejos para canibalizar éxitos ajenos, La cuarta fase opera como exploit ready made de la rentable estrategia del manuscrito -o el videocasete- encontrado que tan bien le ha funcionado al Oren Peli de Paranormal activity.

Más allá de su eficacia al revitalizar el espíritu de los golpes de efecto modelo William Castle -ya saben, el señor que electrificaba butacas, colocaba ambulancias a la puerta de las salas o detenía la película para que el temeroso abandonase la platea-, ambos trabajos se revelan interesante e involuntario testimonio de la naturaleza esencialmente conservadora de la narración cinematográfica.

Paranormal activity era un remanso de articulación narrativa entre el recuerdo de los espectáculos de Fantasmagorías del siglo XVIII y la presente propagación viral de esos vídeos de ghost cams que recogen el testimonio de presuntas presencias ectoplasmáticas en plataformas como YouTube.

Stephen Frears, inclasificable autor, no necesitaba copiarse a sí mismo

La cuarta fase, por su parte, combina las -falsas- declaraciones de una -falsa- psicóloga de Nome (Alaska) y -falsos- vídeos de sus sesiones con la dramatización de todos esos materiales a cargo de actores profesionales -Milla Jovovich, Elias Koteas, Will Patton-, que, con estética de poco convincente telefilme de sobremesa, son identificados mediante un rótulo sobreimpresionado en la imagen.

El director Olatunde Osunsanmi se integra en el juego como una suerte de respuesta afroamericana al doctor Jiménez del Oso y, con frecuencia, juega a la división de pantallas, yuxtaponiendo la mentira hiperreal con la mentira (mal)maquillada.

Es un espectáculo de barraca de feria, pero para la era de la saturación (des)informativa.