_
_
_
_
_

Un microcosmos de secretos y mentiras

Todo el mundo miente. Todos los personajes de Barcelona (Un mapa), la última película de Ventura Pons, acarrean secretos en su hatillo personal. En cualquier caso, ninguno lo transporta demasiado lejos. Un piso del Ensanche barcelonés es el microcosmos oscuro y cerrado donde transcurre la mayor parte del filme, adaptación de una obra de teatro de Lluïsa Cunillé. Pons asegura haberse facilitado la tarea de sacar adelante la cinta con un reparto muy bien escogido. José María Pou, Núria Espert, Rosa Maria Sardà, Pablo Derqui y Jordi Bosch son los protagonistas del filme, que se estrena el viernes.

Un anciano matrimonio quiere desalojar a los inquilinos realquilados en su vivienda. Desean estar solos en los últimos meses de vida del marido, aquejado de una enfermedad terminal. En torno a este esqueleto argumental se va tejiendo un tapiz de sentimientos y recuerdos, construido por la pareja y por sus huéspedes de pago. Como telón de fondo, la Barcelona gris de la infancia de los dos personajes mayores, de la guerra y el franquismo, evocada con imágenes antiguas y reconstruidas, y también la ciudad nueva, con nuevos símbolos arquitectónicos.

Más información
Almas pequeñas

El teatro y la literatura son dos grandes fuentes de inspiración para Ventura Pons. En su doble condición de guionista y director, él mismo se encarga de adaptar para el cine las historias nacidas inicialmente para alguno de estos dos mundos. "Esto no es una obra de teatro, es una película", reivindicó ayer. En cualquier caso, la influencia del teatro es evidente en esta historia trazada a partir de diálogos, en la que los exteriores tienen sólo un papel secundario. Las escenas remiten al mundo interior de los personajes. Pons y Pou fueron en su día espectadores del montaje escénico, que provocó en ambos la misma fascinación. En su calidad de asesor del CDN, Pou fue uno de los impulsores de su presentación en Madrid. Pero cuando el director le propuso interpretarla en el cine no lo vio claro. Primero, porque el personaje es un octogenario, mucho mayor que él. Y segundo, porque éste es aficionado a travestirse, y él no se veía con ropas de mujer. "Me parecía que iba a ser igual que Mary Santpere", recordó divertido. Pero al director no le fue difícil vencer todas las resistencias.

Con Núria Espert ocurrió justo lo contrario. La intérprete, que un buen día decidió que el cine no era su medio, y desde entonces sólo había aparecido en Actrius (también de Pons), aceptó el papel por la propia contradicción que implicaba en su carrera. Nunca se le ocurrió que nadie pudiera pensar en ella para interpretar a la anciana desarreglada de Barcelona. Hoy está convencida de haber acertado. "Con el cine, normalmente, me ocurre que no me comprometo porque no me remueve nada por dentro. Con esta película no ha sido así", afirma Espert. Su trabajo le ha permitido creer que su "espectro como actriz es un poco más grande de lo que pensaba".

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_