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NOTICIAS Y RODAJES

La tarjeta 'entrada práctica' para cines divide a exhibidores

400 salas lanzan un abono anual para asistir a todas sus proyecciones

La iniciativa de un grupo de empresas españolas de exhibición de cine de lanzar un sistema de venta de abonos para asistir de forma ilimitada a sus salas ha topado con la desconfianza del resto del sector, que duda de que la denominada tarjeta entrada práctica sea beneficiosa para el espectador que la adquiera.

La fórmula, adoptada por Cinebox y el circuito CAEC (Cines Ábaco y Lauren Cinemas), empresas que gestionan unas 400 pantallas en toda España (el 11% del mercado), permite al usuario de la tarjeta acceder a cualquier sesión de la semana las veces que lo desee. El precio anual del abono -el contrato por años es obligatorio- asciende a 240 euros, que pueden pagarse de una vez o en 12 mensualidades de 20 euros. Está previsto que la Entrada Práctica se ponga en marcha el próximo mes de marzo.

El consejero delegado de Lauren, Antoni Llorens, subraya que ésta 'es una iniciativa pionera en España, aunque en otros países, como Francia y Gran Bretaña, ya existe'. Llorens añade que, desde el punto de vista de la empresa, la finalidad de este sistema de abonos es 'ganar clientes fieles'.

No obstante, fuera de los exhibidores que impulsan el carné, ninguna de las empresas del ramo consultadas -las que gestionan los circuitos Renoir, Cinesa y Verdi- tiene intención de sumarse a esta práctica, cuyos responsables la consideran 'engañosa' para el consumidor y nada rentable enconómicamente.

Así, por ejemplo, Enrique González Macho, director de Alta Films, SA, recuerda que, para amortizar la Entrada Práctica, el espectador tiene que ir, como mínimo, 48 veces al año al cine -la media de asistencia al cine en España está en tres anuales por ciudadano-, y sólo a unas pocas salas, 'que muy posiblemente no siempre programen los filmes que a uno le interesa ver'. González Macho admite que hay personas que, algunos meses, es probable que vayan al cine cuatro veces -con tres ya no sale rentable la tarjeta-, 'pero', añade, '¿y en vacaciones, y si uno viaja, y si está enfermo, y si quiere ir a una sesión que está llena, quién le garantiza la butaca...?'. 'En fin', zanja, 'que no me creo los euros a peseta, todas las cosas tienen su precio justo, y hay que pagarlo'.

Ricardo Gil, director de mercadotecnia de Cinesa, es de la misma opinión. 'Creo que la fórmula hipoteca al espectador, que tiene que pagar por adelantado un producto que no sabe si va a poder consumir', señala. Además, puntualiza, al ser la tarjeta individual e intransferible -hay que mostrar el documento de identidad para acceder a la sala-, las familias tienen que calcular que la inversión se multiplica. 'Total, que la tarjeta práctica no me parece tan práctica', bromea. Gil es partidario de mimar al cliente, y considera loable cualquier medida en este sentido, pero es muy suspicaz respecto al sistema de abonos -'no creo que los cines tengan que vender por kilos'- y duda de que esta iniciativa consiga atraer más público, en contra de lo que dice Llorens. Está convencido de que la Cinesa Card -tarjeta que distribuye la empresa que representa-, que permite al espectador acumular puntos canjeables por localidades, es un procedimiento mejor para que crezca el número de aficionados al cine. Tampoco cree que se pueda comparar el mapa español de la exhibición con el de otros países, donde el sector está más concentrado, lo que ha facilitado la comercialización de abonos.

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