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Crítica:cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El temible Papá Noel

Hace ya algunos años, el heterodoxo Terry Zwigoff dejó en el seno de la Disney una auténtica bomba de relojería: Bad Santa, una comedia negrísima, con algunos afortunados toques coenianos, en la que Billy Bob Thorton encarnaba a un Papá Noel de grandes almacenes, lúbrico, bebedor, amoral y obsceno, que alcanzaba su redención (y su sacrificio) por inesperado afecto a un niño gordo. La película se definía en la paradoja: era un insólito cuento de Navidad antinavideño que, a su desastrada manera, acababa cumpliendo con los deberes ejemplarizantes de las moralejas tradicionalmente asociadas a la festividad desde que Dickens se las hiciera pasar canutas al avaro Scrooge.

Ha habido otras flores raras en la especialidad como Pesadilla antes de Navidad y Promesas del Este, pero solo la finlandesa Rare exports puede igualarse en agresividad conceptual al precedente de Zwigoff: aquí, a partir de la reinterpretación de las fuentes paganas del personaje, Santa Claus no es el orondo bonachón que reparte regalos a los niños buenos en Nochebuena, sino un colosal demonio helado que, con la ayuda de una legión de escalofriantes y crepusculares elfos, arranca a bastonazos la piel de los niños presuntamente malos. Como Bad Santa, la irreverencia del punto de partida acaba desembocando en una suerte de reconstrucción de los valores navideños por otros medios.

RARE EXPORTS

Dirección: Jalmari Helander.

Intérpretes: Jorma Tommila, Peteer Jakobi, Tommi Korpela.

Género: terror. Finlandia, 2010.

Duración: 84 minutos.

Narrada a través de la mirada de un niño, Rare exports dosifica sus golpes de efecto con la calculada precisión que hubiese empleado un buen director de serie B -los ecos de El enigma de otro mundo (1951), de Christian Nyby, el progresivo adensamiento de la atmósfera, la aparición de los renos muertos...-, pero su escritura apuesta por una espectacularidad pos-Amblin atravesada por una saludable locura incubada varios grados bajo cero: la imagen de la legión de elfos desnudos persiguiendo el helicóptero del que cuelga un saco lleno de niños es realmente difícil de olvidar, el tipo de placeres que antes el cine de género norteamericano proporcionaba con generosidad, pero que ahora hay que buscar en otros territorios.

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