¡Que viene el banco!
Las grandes productoras estadounidenses saben cuál es el único negocio (casi) seguro de hoy día para la industria cinematográfica: las películas infantiles de animación en tres dimensiones. Público asegurado, en familia, en masa. Cierto que el dueto Pixar-Disney lleva el timón con una comodidad insultante, pero tras la apertura de las divisiones animadas de Fox y Sony, además de Dream-Works, todos ellos con productos de éxito, aquí llega el primer trabajo de la casa Universal: Gru, mi villano favorito, una desmitificación del malvado clásico, reciclado aquí en un tipo borde al estilo House, que a la fuerza debe convertirse en padrastro de unas niñas huérfanas. Una obra notable que destaca en una de sus tramas colaterales: el asentamiento en versión candorosa de la extendida idea de que el único y verdadero maligno de nuestros tiempos es el banco.
GRU, MI VILLANO FAVORITO
Dirección: Chris Renaud, Pierre Coffin.
Dobladores en español: Florentino Fernández, Ana de Armas.
Género: animación. EE UU, 2010.
Duración: 95 minutos.
Si los críos lo van a entender o no es otro asunto (ya tendrán tiempo de ello), pero queda claro que el adulto acompañante se verá identificado con el protagonista cuando, decidido a cumplir su gran sueño de villanía, el robo de nada menos que la Luna, se dirige al único lugar que puede superar en perfidia a su propósito: el Banco del Mal, que le debe conceder un crédito para conseguir la infraestructura necesaria para ejecutar su plan.
Así, Gru, mi villano favorito, fresca y ágil, aunque quizá algo complaciente en el diseño gráfico de algunos de los personajes secundarios, se convierte en incuestionable producto de unos tiempos agitados por la crisis económica global. Ya no hay ogros, cocos, brujas ni hombres del saco. Solo están los bancos.