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Más de 3.000 euros por una entrada

No es baladí que escogiese en 2007 la plaza de Barcelona para su reaparición tras cinco años de retiro. Fue el lugar donde tuvo más reconocimiento, cariño y comprensión. José Tomás volvió a los ruedos para demostrar no sólo su valía sino también su compromiso con el arte que le dio a conocer como personaje y artista más allá del siempre hermético planeta taurino.

El pasado septiembre, en su última actuación en La Monumental, un toro volvió al corral vivo. No fue como cuando en Las Ventas o en Salamanca, en su primera época, no fue capaz de matarlo antes de recibir tres avisos, sino que toro y torero recibieron el máximo reconocimiento. El torero, dos orejas y rabo simbólicos; el toro, de nombre Idílico, de la ganadería de Núñez del Cuvillo, resultó indultado. Una vez recuperado de las heridas vivirá en el campo, ejerciendo de semental para que se mantenga su estirpe. Convirtió la plaza en un manicomio colectivo.

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Peregrinaje de forofos

Las entradas para la tarde de ayer se agotaron el mismo día que salieron a la venta. Por Internet, en la reventa legal, se ha superado la cifra de 3.300 euros por ver al diestro. A los que han asistido a la cita no les extraña. Es, sin duda, el más difícil todavía: seis toros de diferentes ganaderías (eso sí, sus predilectas, Núñez del Cuvillo, Victoriano del Río y El Pilar) en una sola tarde. Toda una gesta en la carrera de un diestro al que se le reprocha la falta de variedad.

El caché de José Tomás, tema del que evita hacer declaraciones su apoderado y que se encargan de airear los empresarios molestos por sus exigencias, sirve para crearle una fama de pesetero poco acorde con los gestos que tiene con los más necesitados. Pruebas hay, como en el caso del compañero postrado en silla de ruedas por una cornada, Adrián Gómez, a cuya familia hizo llegar un generoso donativo. También toreó en junio a favor del hospital de Parapléjicos de Toledo.

Sin embargo, pesan más los 420.000 euros que pidió por torear en Madrid y que la empresa le negó. No se trata de dinero, sino de honor, aseguran sus partidarios. El torero no habla, pero ha creado una fundación con su nombre a la que irá todo el dinero de la taquilla. La intención es apoyar la fiesta, la cultura y los necesitados. No se sabe mucho aún de la misma, pero sí que quiere volcarse en ayudar a México, el país que le dio sus primeras oportunidades cuando sólo era un novillero prometedor.

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