'Adiós, muñeca', de Raymond Chandler
EL PAÍS presenta mañana, lunes, por 1 euro, una de las mejores novelas del creador de Philip Marlowe
"Casi cada línea contiene un juego de palabras brillante, una observación mordaz..."
Chandler (1888-1959) era contemporáneo de Scott Fitzgerald (1896-1940), de William Faulkner (1897-1962) y de John dos Passos (1896-1970). Aunque nació en Estados Unidos, pasó su primera juventud en Inglaterra, donde estudió a fondo los clásicos griegos y latinos y la prosa de Henry James, y ya de jovencito tenía pujos de literato, pero la vida le condujo por otros derroteros: fue un alto ejecutivo de una empresa petrolera en Los Ángeles, y sólo después de que le despidieran por conducta errática inducida por su alcoholismo, bien entrado ya en los 40 años, se decidió a ponerse en el dique seco y probar suerte con la máquina de escribir.
Desde el principio, Raymond Chandler respetó y encomió la ficción policiaca como una forma apropiada para comentar los tiempos que le tocó vivir, pero intentó escurrirse de sus convenciones sensacionalistas y volcar en él las ambiciones literarias que acunaba desde joven. Lo consiguió, y por eso ha tenido tantos imitadores que tristemente inventan detectives solitarios, despectivos y sentimentales, cínicos y honestos, que son a Marlowe lo que el Golem al rabino, y por lo mismo está considerado como uno de los mejores, si no el mejor, de los escritores de género negro de todos los tiempos.