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Artistas latinoamericanos llenan el Retiro madrileño de 'poemas épicos'

Las instalaciones de 'Eztetyka del sueño' integran la política, el arte y la biografía

El brasileño Cildo Meireles, de 53 años, ha montado por segunda vez -la primera, en Bruselas en los años ochenta- su instalación A través, que ocupa el palacio de Cristal del Retiro. Es la pieza más espectacular de la exposición Eztetyka del sueño, un cuadrado de 16 metros de lado, con un pavimento de cristales rotos donde se colocan diferentes tipos de vallas y alambradas de madera y metal a distintas alturas, barreras y un acuario, por donde se mueve el visitante hasta llegar al centro, una enorme pelota de papel de celofán.

'Los materiales, en mi trabajo, no significan nada; están', declaró ayer el artista. Su pieza comenzó al arrojar una bola de celofán y observar el ruido que hacía en el suelo. 'La idea de laberinto y los aspectos simbólicos se han unido en este trabajo, donde actúan los sonidos de pisar los cristales y la referencia visual con la mirada que atraviesa todos los elementos colgados'. La producción de esta obra ha costado 20 millones de pesetas.

Con la exposición Eztetyka del sueño, el Museo Nacional Reina Sofía presenta, en su sede y en el Retiro, las cinco propuestas sobre el arte en América agrupadas bajo el título de Versiones del Sur, un proyecto del anterior director del museo, José Guirao, patrocinado por la sociedad estatal España Nuevo Milenio. Los montajes del museo se presentaron el 12 de diciembre (abiertos hasta el 19 y el 26 de febrero), y los del Retiro, con retraso por su complejidad y presupuesto, se mantendrán hasta el 25 de marzo.

Magia

'El arte revolucionario debe ser una magia capaz de hechizar al hombre hasta tal punto que éste ya no soporte vivir en esta realidad absurda', dice el cineasta Glauber Rocha, creador del cinema novo brasileño, en su segundo manifiesto, Eztetyka del sueño, presentado en Nueva York en 1971. Rocha propone un modelo de producción artística donde confluyen tres factores: un elemento político, un elemento subjetivo y un elemento mítico. Tras su primer manifiesto, Eztetyka del hambre, Rocha plantea la relación entre arte y revolución, entre lo político y lo mítico, y afirma que el verdadero enemigo del arte revolucionario es la razón cartesiana, por lo que su objetivo será el de trascenderla hacia el espacio de lo onírico. Política, mito y subjetividad se podrán rastrear en las cinco películas del director que se proyectan en el palacio de Velázquez, como un ámbito más de la exposición.

Los dos comisarios, Carlos Basualdo y Octavio Zaya, que rechazan los conceptos de arte y artistas latinoamericanos, parten de Rocha como 'un artista de vanguardia, un activista político, un ardoroso defensor de la integración del subcontinente y, sobre todo, un visionario para el cual no existían fronteras entre arte y política, entre el terreno público y su vida privada, entre su país y su persona'. Ayer presentaron la exposición -'impactante', según el director del museo, Juan Manuel Bonet- que, con la coordinación de Alicia Chillida, reúne instalaciones producidas en Latinoamérica (en un 80%) desde mediados de los sesenta hasta la actualidad. Del proyecto original se han caído algunas instalaciones al aire libre, como El sermón de la montaña, que Cildo Meireles pensaba montar con 125.000 cajas de cerillas vacías, y cuatro hornos para repartir pan en cuatro puertas del Retiro, así como la performance de Tunga EAA (Espantos aspirados ansiosos), realizada ayer en el palacio de Velázquez con 20 actores, cuando suelen intervenir un centenar en plena calle.

Instalaciones, arte conceptual, situaciones o 'articulación de un espacio' (Zaya) ocupan el palacio de Velázquez, como Rojo por dentro, verde por fuera, del venezolano Meyer Vaisman, una pobre construcción de ladrillo con pelvis femeninas para mirar la habitación interior.

El chileno Gonzalo Díaz recrea el primer caso judicial de desaparecidos y el brasileño Artur Barrio llena el lugar de sal, luces y una bicicleta vieja. Una videoinstalación de José Antonio Hernández-Díez da paso a otras propuestas de Víctor Grippo, Juan F. Herrán, Luis Camnitzer y Doris Salcedo, mientras María Teresa Hincapié combina los más diversos materiales, cuyas piezas son analizadas en el catálogo.

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