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II Festival de la Palabra

Hijuelos y Gamboa, el yin y el yan

El primer Pulitzer latino, que utilizó sus vivencias para su primera novela, publicará sus memorias en junio en Estados Unidos. El novelista colombiano ha construido parte de su obra sobre el pilar de sus viajes

Hay escritores que disfrutan diseccionando la escritura, y hay escritores que sienten alergia ante ello. Óscar Hijuelos (Manhattan, 1951), un descendiente de cubanos que hizo historia al convertirse en el primer latino que ganó el Pulitzer (Los reyes del mambo, en 1990), es de los segundos. Santiago Gamboa (Bogotá, 1965), el novelista que ha convertido las mudanzas en un sólido hilo literario (ha vivido en Madrid, París y Roma, entre otras ciudades), es de los primeros. En el Festival de la Palabra, que se celebra en el Viejo San Juan (Puerto Rico) por segundo año consecutivo, se hizo evidente que Hijuelos y Gamboa son yin y yan, Marte y Venus. Ambos habían sido convocados para hablar de la memoria como viaje, junto a José Luis Vega (Santurce, Puerto Rico, 1948), director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española.

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"Yo uso muchísimo mi propia vida, porque es lo que mejor conozco y puedo saquear sin que nadie me ponga una demanda por ello", confesó Gamboa. "Puedo torcer e inventar cosas que nunca ocurrieron", agregó. También Hijuelos succionó su propia experiencia para escribir Los reyes del mambo, su primera novela. "En ella había hechos de mi infancia, había realismo. Irónicamente, ahora que he escrito mis memorias, he tenido que inventar cosas porque ya no las recuerdo", desveló con picardía.

Da la impresión de que el escritor se siente más incómodo hablando de su memoria que escribiendo sobre ella: su autobiografía, Thoughts Without Cigarettes (Pensamientos sin cigarrillos), saldrá en Estados Unidos en junio. Se remueve en su asiento y gesticula con cierta impaciencia ante la enésima pregunta demasiado teórica, demasiado intelectual, sobre la importancia de la memoria en su proceso creativo. "Para mí escribir es algo que pertenece a los sentimientos, al corazón", aclarará al final del debate.

El discurso de Gamboa, por el contrario, se adentra en un terreno que enriquece con detalles y citas literarias: lo mismo tira de Borges ("también el olvido es una parte de la memoria") que de Rulfo ("decía que escribió Pedro Páramo porque le faltaba en su biblioteca"). Pero su corolario estaba al principio: "La memoria es el agua en la que vive ese extraño pez que es el escritor".

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