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Polémica en Italia por la irrupción de Silvio Berlusconi en las salas de exhibición cinematográfica

El "rey de la televisión privada" proyecta comprar 200 cines antes de 1989

Juan Arias

Silvio Berlusconi, apellidado el rey de la televisión privada, ahora está dando el asalto a las salas cinematográficas de las ciudades más importantes de Italia. Su proyecto es adueñarse de 200 cines antes del 1989. Por lo pronto ha comprado ya la cadena de cines de Cannon, 50 salas en los centros históricos de Roma, Milán, Turín y Bolonia.

Dichos cines habían pertenecido en los años setenta al Estado, después fueron vendidos a la Gaumont Italia. Más tarde la casa francesa los cedió a dos productores israelí-americanos más bien aventureros: Menahem Golan y Yoram Globus. Al borde de la quiebra, dichos productores, en olor de polémicas, acabaron vendiendo los 50 -cines al financiero italiano Giancarlo Parretti. Ahora Perretti ha cedido por 6.000 millones de pesetas dichos cines a Berluscon¡.La pregunta que se han hecho muchos observadores es por qué el rey de la television privada de repente se ha lanzado a la conquista de los cines. Sin embargo, podría tener su explicacíón precisamente en la televisión. Los canales televisivos de la Finnivest de Berlusconi viven sobre todo de cine. Asegurándose las 200 mejores salas de cine de Italia, Silvio Berlusconi, el magnate de la televisión privada en toda Europa, prácticamente se haría con el monopolio del cine, pudiendo, por ejemplo, convertirse en el mejor interlocutor de las principales productoras de Hollywood, como apuntaba recientemente el semanal Panorama, ofreciéndoles no sólo coproducciones, sino la mejor red de distribución italiana.Pero el asalto de Berlusconi a las salas de cine italianas ha alarmado a los principales directores y productores de cine. El primero que ha levantado la voz ha sido el director cinematográfico Federico Fellini. Ya hace unos meses había protestado contra la costumbre de las televisiones privadas de interrumpir una película varias veces con publicidad.Ahora Fellini ha vuelto a levantar la voz para decir: "Me parece paradójico que en un país democrático como Italia pueda darse una situación semejante", y recordó que ya había sido un escándalo la desenvoltura con que aquellos cines de propiedad pública pasaron años atrás a manos privadas.

Inadmisible

Por su parte, Franco Cristaldi, que ha recaudado en Europa con la película El nombre de la rosa, basada en la novela de Umberto Eco, 8.000 millonesde pesetas, ha afirmado que cualquier tipo de monopolio del cine "es inadmisible", sobre todo en un momento en que el cine vive ya una condición de subalterno de la televisión, lo que está haciendo cambiar, dice, hasta la identidad misma del productor de cine.Sin embargo, hay quien piensa que la idea un poco faraónica de Berlusconi podría, al revés, dar un empujón al cineen este momento de crisis de identidad. Piensan algunos que del mismo modo que la televisión privada ha servido como aguijón a la televisión pública, que se ha modernizado, lo mismo podría ocurrir ahora con la competencia entre el cine y la televisión.

La idea de Berlusconí es convertir las mejores salas de cine en Italia en lugares de verdad agradables: modernas, cómodas, con bares y todo lo que puede servir para atraer mejor al público.

Según el activo empresario italiano -para algunos excesívamente ambicioso-, el motivo real por el que la gente no va hoy al cine es porque las salas son viejas, feas, inhóspitas, desangeladas, a veces frías y otras excesivamente calurosas, siempre incómodas y donde no puedes ni tomarte una copa de ginebra.

Lo cierto es que en 1973 en Italia había 11.000 cines, y hoy apenas 5.000, de los cuales sólo 500 en las ciudades importantes.

Sin embargo, en este momento -cosa que sabe muy bien Berlusconi- el cine italiano está oxigenándose, y en estas Navidad-es pasadas por vez primera las películas- italianas han arrastrado más público que las mismísimas películas norteamericanas, cosa que no pasaba desde hace por lo menos 15 años.

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