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Fernando Botero dice que pinta gordos para crear campos de color

El artista presenta su libro 'La pintura'

Afirma Fernando Botero que la razón secreta que explica los volúmenes monstruosos de su pintura es que así se crean campos de color. Pero también reconoce que quizá sólo se trate de obsesiones y que sabe que morirá con ellas.

Botero presentó ayer en Madrid su libro La pintura (Lerner Editores), con textos de Gilbert Lescault, en la inaguración de la sede de la galería Malborough en Madrid. El artista colombiano, más conocido fuera de su país, opina que todo arte es local y que, en consecuencia, "no está mal que sea costumbrista y pintoresco. Lo particular es lo que le da al arte su universalidad". Pone como ejemplo de localistas universales a los grandes escritores rusos, y sobre todo al "Cervantes de un lugar de La Mancha". "Muchos pintores de hoy día", dice, actúan como si fueran costureros. Hacen un arte con lo que llaman lenguaje internacional, que a mí me parece una cosa horrible, sin esencia ni raíces".Admite su éxito enorme. Y está convencido de que la clave está precisamente en su localismo trascendido. En esas escenas de familia típicamente colombianas, en esos guiños a su pueblo, a las gentes, las ropas, las costumbres de su infancia. A sus recuerdos de su primera juventud: cuando su tío y tutor le llevó a una escuela taurina, por ejemplo.

"Es falso", asegura, "que en Latinoamérica sólo interese el arte como especulación. Una vez se hizo un calendario con cuadros míos, y he visto esos cuadros muchas veces, enmarcados y colgados en las casas más humildes". En cuanto a los que blanquearon el dinero procedente de la droga comprando obras de arte, admite que ése es otro asunto: "Es verdad que coleccionaban cuadros, pero no sólo míos, ya puede imaginarse". E insiste en que mucha gente ama su arte, "aunque también hay un grupo, no sé si pequeño o grande, que no comparte mis ideas sobre el arte. Yo sé que hay gente a la que mis obras le produce malestar. Pero eso está bien que sea así".

Esteticista

No le importa tampoco a Fernando Botero que le acusen de esteticista. "Yo creo que el arte se ha hecho originariamente para dar placer y que la belleza es una meta del arte. Hoy día hay como una distorsión. Parece que el arte que da placer es sospechoso, cualquiera diría que el arte se hace para fastidiar a los demás y que la obra debe ser fea. Se ha producido un divorcio entre el artista y la sociedad".La terrible consecuencia de la extensión de este criterio es "que el arte se ha hecho aburridísimo. Y cuando uno va a las grandes exposiciones de lo que podríamos llamar, entre comillas, la vanguardia, es un aburrimiento mortal. Y viene la indiferencia".

Por otra parte, cuadros y trípticos de Francis Bacon y el libro de Botero inauguraron anoche la sede madrileña de la Malborough, toda una institución artística mundial, que ya cuenta con similares espacios en Nueva York, Londres y Tokio, informa Rosana Torres.

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