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Reportaje:

'Bearn', ¿un clásico castellano?

La editorial Alfabia recupera la novela de Llorenç Villalonga - Jose Carlos Llop sostiene que este hito de la literatura catalana se escribió primero en español

Una de las novelas consideradas cumbre de la literatura catalana del siglo XX, Bearn o la sala de las muñecas, de Llorenç Villalonga (Palma de Mallorca, 1897-1980), podría haber sido escrita originalmente en castellano. Ésta es la tesis de José Carlos Llop, a quien Ediciones Alfabia, en su búsqueda de "clásicos ocultos", le encargó la rehabilitación "del texto original en castellano" de esta novela, que -como hiciera poco después El Gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa- refleja el mundo duro, noble, pobre y en declive de una isla mediterránea, en su caso Mallorca. La novela, al igual que la siciliana, fue llevada al cine en 1982 de la mano de Jaime Chávarri con Fernando Rey como protagonista.

Otros estudiosos afirman que el manuscrito original era en catalán

Llop sostiene que el libro, que se publicó en castellano en 1956, germinó en este idioma en fecha tan temprana como 1937. Pero, añade, Llorenç Vilallonga cambió de lengua tras su fracaso en el panorama literario español. La novela optó al premio Nadal de 1955, que ganó El Jarama, de Rafael Sánchez-Ferlosio, y Villalonga se sintió "excluido del mundo literario" que vio dominado por el realismo social. Desde aquel fracaso, el escritor, "por rechazo y dolor", emprendió la reescritura en su lengua materna, el catalán de Mallorca. El giro cultural fue alentado por los entonces "motores del cambio": su pupilo Baltasar Porcel, el editor Joan Sales y la novelista Mercè Rodoreda.

Un especialista en Villalonga, el profesor Josep A. Grimalt, afirma lo contrario, que Bearn se comenzó a redactar en catalán en los años cincuenta, idioma en el que se editó finalmente en 1963 y en el que ha alcanzado fama. "Cuál fue el idioma de la primera redacción de Bearn y en qué lengua fue concebida es una rancia cuestión", apunta Grimalt, que discrepa de Llop y aduce el testimonio de ciertos escritores que, según dice, ayudaron a Villalonga a traducirla al castellano.

El misterio permanecerá. Varios de los originales de Villalonga se perdieron en el fuego de las salas de las muñecas -imagen de recurso y desenlace de su literatura- porque el autor los lanzó sobre el leñero del hogar o pasaron a distintas manos privadas. El manuscrito de marras, el presunto original en castellano de Bearn, no está localizado. Lo vieron, dicen, dos autores ya desaparecidos, Joan Bonet y Baltasar Porcel. El trabajo editorial de José Carlos Llop y del revisor David Martí Copé -sobre tres versiones castellanas y dos catalanas- ha sido de poda e injerto por las "incorrecciones de vocabulario, distorsiones gramaticales y disonantes mallorquinismos", afirman, ya que el autor "era desmañado y sin traza" en el estilo que imprimía "en las ideas".

Para Llop, "siempre ha habido una especie de conjura para evitar la consideración de Villalonga como un escritor fuera de la literatura catalana". El crítico y también escritor asegura que con el Bearn castellano no se "vindica un objeto político arrojadizo" siempre pendiente de "lenguas y sectarismos".

A Villalonga, que fue Lorenzo en su plaza de médico psiquiatra en Palma, a veces le postergaron por ser conservador o, sin más, le llamaron fascista, lamenta Llop, quien no esquiva que fue falangista circunstancial en 1936. En un poema glosó a quienes fusilaban rojos en las tapias cercanas al psiquiátrico tras el fracaso del desembarco republicano del capitán Bayo en Mallorca. En aquellas fechas mudó el mundo de Villalonga y comenzó a narrar Bearn, "la más perfecta de sus obras y la que es su síntesis vital", según el analista Damià Ferrà-Ponç. Escribía tanto en un idioma como en el otro. Amaba los equívocos, por lo que dio versiones distintas sobre cuál fue la escritura original, las metamorfosis y razones del "cambio de lengua" a sus 60 años. El mundo editorial y literario catalán lo encumbró por Bearn, que ahora cuenta con 18 traducciones, y por su novela Mort de dama, publicada en 1931 en catalán.

En su primera edición en español de 1956, Bearn pasó sin pena ni gloria. Villalonga se molestó con su prologuista Camilo José Cela porque dijo de él que "probablemente es judío", si bien el autor de La Colmena se declaró "probablemente vikingo". Villalonga entendió que era un estigma en una isla hermética "encorsetada", dice Llop, "una ridícula forma de antisemitismo" en un lugar donde se persiguió social y físicamente a los descendientes de los marranos, los llamados chuetas.

Alfabia rescata el prólogo de Cela y el contraprólogo y nota biográfica en la que Villalonga se ennobleció para contrarrestar la broma. José Carlos Llop, en el Epílogo a un prólogo y su contraprólogo, enmienda al autor de Bearn y le recuerda que la novela europea "es mayoritariamente de estirpe judía" y que todo escritor "es un judío errante". Diana Zaforteza, editora de Alfabia y sobrina del heredero de Villalonga, José Zaforteza Calvet, afirma que con la recuperación quiere "reparar una injusticia histórica y descubrir al lector español una obra maestra".

Los actores Ángela Molina y Fernando Rey, en un fotograma de la película <i>Bearn, </i>de Jaime Chávarri.
Los actores Ángela Molina y Fernando Rey, en un fotograma de la película Bearn, de Jaime Chávarri.
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