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Bevilacqua se adentra en el universo adolescente en 'Los años difíciles'

Cuenta el escritor italiano Alberto Bevilacqua (Parma, 1934) que siempre se ha sentido fascinado por la figura de san José: 'Es una metáfora del padre ausente', apunta, 'porque no estuvo a los pies de la cruz en el último día de Jesucristo'. Bevilacqua se sirve de este símil para definir la idea que subyace en su último libro, Los años difíciles (Mondadori), una novela en la que indaga en las características de la juventud actual al mismo tiempo que celebra que, tras unos largos años de letargo, ésta parece haber vuelto a hacer oír su voz.

Bevilacqua, uno de los escritores de más éxito en Italia, cree que la reciente invasión de jóvenes en Roma para celebrar el jubileo es un signo inequívoco del 'despertar de un mundo que permanecía dormido'. A su juicio, más que ir a oír al Papa, los dos millones de jóvenes que se congregaron en la capital italiana sólo querían 'que alguien les hablara directamente'. El autor de La Califa se ha propuesto, en consecuencia, tratar de tú a tú, 'con respeto y desde un punto de vista positivo', a una generación que se encuentra, según él, huérfana de afecto: 'En Italia', se lamenta, 'ya nadie habla a nadie. Es la muerte de la palabra'.

En Los años difíciles, cuyo título en italiano significa más bien los años emocionantes o conmovedores, Bevilacqua cuenta la historia de Marco, un chico de 18 años que se encuentra en el último curso del instituto y se enfrenta al temible examen de selectividad al mismo tiempo que intenta resolver un crimen que ha pesado desde hace años en la estabilidad familiar. Inmerso en esta trama, el chico sufre un proceso de transformación que le lleva del pasotismo a convertirse 'en padre de sus padres' y, finalmente, a convertirse en el hijo que necesita ayuda de sus progenitores.

Temas conflictivos

'Siempre me ha interesado tratar temas conflictivos y contrastes sociales', afirma. En La Califa, título que le lanzó a la fama y que él mismo llevó a la gran pantalla con Romy Schneider de protagonista, contrapuso el mundo de los obreros con el de los patrones. En Los años difíciles ha puesto negro sobre blanco un conflicto generacional.

El autor mismo, que no tiene hijos, califica de 'riesgo' haber intentado retratar a la juventud a sus 66 años, un empeño que califica de 'novedad literaria'. Sin embargo, Bevilacqua considera que 'la juventud no es patrimonio de los jóvenes, sino que es algo que un adulto puede recuperar en cualquier momento de su vida'.

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