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Borau y el cine hecho palabra

El nuevo académico de la RAE, director, guionista y narrador, analiza en un libro la vasta influencia de las películas en el lenguaje popular y literario

Miguel Ángel Villena

José Luis Borau estaba exultante y muy contento en la mañana de ayer, a pesar de que apenas había dormido cuatro horas la noche anterior. Hasta altas horas de la noche del jueves, el cineasta atendió las llamadas de periodistas, de compañeros y de amigos que deseaban conversar un rato con el flamante nuevo miembro de la Real Academia Española (RAE). El cineasta recordaba con un punto de tristeza desde su despacho del precioso edificio modernista de la Sociedad General de Autores, en pleno centro de Madrid, que sus padres se murieron pensando que su vida iba a resultar un desastre porque quería dedicarse al cine.

Nacido en Zaragoza en 1929, Borau fue un niño y un adolescente que esperaba con ansiedad los días que sus padres lo llevaban al cine y que repasaba mentalmente los argumentos de las películas, una y otra vez. "Una práctica agotadora, pero que me ha servido muchísimo para mi trabajo como guionista", comentaba ayer a este diario. Aquel joven aragonés, apasionado del cine y lector voraz de novelas, cumplió con la exigencia familiar de licenciarse en Derecho, pero a continuación cursó la carrera de cine.

Cineasta completo

José Luis Borau lo ha sido todo en ese mundo: actor, productor, director, crítico, profesor de cine y, sobre todo, guionista. Películas como Mi querida señorita, Furtivos, La Sabina, Tata Mía o Leo, o series de televisión como Celia, han dado la medida de la calidad de este cineasta elegido el jueves para cubrir el sillón B de la RAE que dejó vacante un intelectual tan polifacético como Fernando Fernán-Gómez.

Está convencido Borau de que el cine ha tenido muchísima influencia en el lenguaje de las últimas décadas. "Tanto en las expresiones populares", señala, "como en el periodismo o en la literatura. De hecho, la generación del 27 ya fue la pionera en la consideración intelectual del cine con aficionados como Lorca o Alberti. Es más, cabe recordar que la crítica cinematográfica publicada con regularidad comenzó en la revista España, impulsada por Ortega y Gasset".

Su obsesión por el lenguaje, tanto el cinematográfico como el literario, llevó a José Luis Borau a aceptar hace unos tres años un encargo de la Universidad de Valladolid para escribir un libro titulado El cine en nuestro lenguaje, que aparecerá en los próximos meses. "Mi discurso de ingreso será un resumen de ese libro y una demostración palpable, por si cabía alguna duda, del peso del cine en la lengua y la literatura españolas".

Fotograma de la secuencia del camarote en<i> Una noche en la ópera,</i> protagonizada por los hermanos Marx.
Fotograma de la secuencia del camarote en Una noche en la ópera, protagonizada por los hermanos Marx.
A la izquierda, José Luis Borau. Fotograma de la película<i> Casablanca,</i> de Michael Curtiz.
A la izquierda, José Luis Borau. Fotograma de la película Casablanca, de Michael Curtiz.LUIS SEVILLANO

"¡Y también dos huevos duros!"

El cine en nuestro lenguaje, el libro de José Luis Borau, recoge expresiones, vocablos y palabras que forman parte del lenguaje de todos los días en la calle y que utilizan también con frecuencia periodistas y escritores. Sirvan estos ejemplos para ilustrar el propósito del nuevo académico:

- "Siempre nos quedará París". Frase de Casablanca que pronuncia Humphrey Bogart al recordar su enamoramiento de Ingrid Bergman y que Borau subraya como una expresión utilizadísima en español.

- "La cagaste, Burt Lancaster". Expresión coloquial y juvenil que busca la rima fácil con el nombre del famoso y viril actor estadounidense cuando alguien comete un error.

- "¡Más madera, es la guerra!". Exclamación de Groucho en Los hermanos Marx en el Oeste, sinónimo de pasar al ataque.

- "¡Y también dos huevos duros!". Otra de las geniales intervenciones de Groucho, en esta ocasión en la secuencia del camarote abarrotado de Una noche en la ópera y símbolo del caos en una situación. Tal como cuenta Borau, el escritor Miguel Mihura fue el adaptador-traductor de esos diálogos al español.

- "Nadie es perfecto". Frase con la que termina la película Con faldas y a lo loco y que pronuncia el actor Joe Brown tras confesarle Jack Lemmon que no es una mujer, sino un hombre.

- "Rebeca". El nombre de esta prenda de vestir tiene su origen en las que usa Joan Fontaine en Rebeca, de Alfred Hitchcock.

- "Hombres machos". El libro explica que, hasta los años cuarenta, no se empleaba el calificativo de macho para un hombre y sólo se aplicaba a los animales. La acepción responde al éxito de las películas mexicanas en España en esa época.

- "Bocata". Neologismo que se utilizó por actores y técnicos italianos durante el rodaje de coproducciones y que italianizó la palabra bocadillo.

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