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Reportaje:

Capa y Gerda Taro, polémica sin fin

Las fotos de guerra de él y la primera retrospectiva de ella llegan a Barcelona

La "pequeña rubia" la llamaban en el frente. Mujer, judía, de izquierdas y novia del fotoperiodista más famoso de la historia. Demasiado como para que la historia le hiciera justicia por sí misma. Hasta ahora. La primera retrospectiva realizada de la escasa obra de Gerda Taro, nacida Gerta Pohorylle (Stuttgart, 1910), es el fruto de un trabajo de investigación complejo, y no del todo cerrado, que se concentra en un solo pero intenso año, entre agosto de 1936 y julio de 1937, cuando murió atropellada por un tanque en Brunete. Nada ha quedado de las fotos que hizo en París antes de llegar a España junto a su novio, Endre Friedman, un húngaro judío tres años más joven que ella. Juntos se habían inventado, para poder cobrar más caro, el personaje de un fotógrafo estadounidense de nombre Robert Capa del que se suponía que ella era la asistente y él su ayudante. El pastel se destapó pronto y él se quedó con el nombre y con la fama, pero, muy al principio, tanto monta, monta tanto; las fotografías que vendían bajo este seudónimo podían ser del uno o de la otra.

Un nuevo libro asegura que la foto del miliciano caído es un montaje

La retrospectiva sobre su obra recala ahora, hasta el 27 de septiembre, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y, como le ha pasado siempre, llega acompañada de la amplia sombra que despliega otra magnífica exposición dedicada a las fotografías bélicas de Robert Capa. Si la de Taro incluye todo el material, extraordinario, que se le ha logrado atribuir hasta la fecha, la de Capa es un repaso de seis de sus reportajes de guerra: tres de la Guerra Civil española, uno sobre la invasión japonesa de China en 1938, las archifamosas instantáneas del desembarco de Normandía y las escalofriantes imágenes de la muerte de un soldado americano en Leipzig a manos de un francotirador alemán en abril de 1945.

Las dos exposiciones están organizadas por el International Center of Photography (ICP) de Nueva York e incluyen sólo tres de las imágenes inéditas encontradas en la famosa "maleta mexicana", ya que éstas serán motivo de una amplia muestra en otoño del próximo año. Aun así, la visita es imprescindible. Por el placer de ver copias de época de algunas de las imágenes más famosas del siglo XX y porque el montaje es impecable en la búsqueda, siempre polémica, de "la verdad" de los hechos que reflejan.

Era de esperar, de todas maneras, que esta "verdad" fuera discutida. La exposición de Capa se abre con la secuencia reconstruida, con fotos tanto de Capa como de Taro, de la famosa y polémica imagen de la Muerte del miliciano. Es la versión del ICP, según la cual lo que comenzó siendo una relajada escenificación para los dos fotógrafos acabó con una bala perdida y la muerte real del soldado. La de José Manuel Susperregui, publicada hace un mes en Sombras de la fotografía (Universidad del País Vasco), es otra. Asegura que ha identificado por una imagen de la serie que el escenario de la imagen no es Cerro Muriano sino Espejo (Córdoba). El combate llegó allí cuando la foto ya estaba publicada. Por lo tanto, afirma, es un montaje.

Un visitante observa una fotografía de Gerda Taro en la que se ve a un huérfano de la Guerra Civil comiendo sopa.
Un visitante observa una fotografía de Gerda Taro en la que se ve a un huérfano de la Guerra Civil comiendo sopa.MARCEL·LÍ SÀENZ
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