Celebración del suplemento

Tal como se refleja en numerosos blogs literarios y en la copiosa recogida de firmas promovida por el prestigioso National Book Critics Circle, la reciente desaparición de la edición en papel de 'Book World', el influyente suplemento literario de The Washington Post, ha sido recibida en el mundo de la cultura norteamericano como una lamentable pérdida y, lo que es peor, como la confirmación de una ominosa tendencia que venía apuntándose desde la liquidación, en 2007, de la separata de libros semanal de Los Angeles Times. Fundado en 1967, 'Book World' había conseguido no sólo una impresionante nómina de colaboradores con premio Pulitzer, sino, lo que es más importante, el apoyo de un lectorado tradicional que confiaba en, y se dejaba guiar por, sus críticos y comentaristas.
Se constata que en buena parte del mundo desarrollado la crítica literaria influye cada vez menos en la decisión de lectura de la gente
El abisal descenso de la publicidad -efecto colateral de la crisis financiera y de la nada halagüeña situación de la industria editorial norteamericana- es el principal factor esgrimido para justificar la decisión empresarial. No es que el primer diario de la capital de la nación más poderosa del mundo haya prescindido totalmente de la crítica y el comentario acerca de los libros que se publican en EE UU (más de 276.000 títulos en 2007), sino que dicha información ha quedado diluida y fragmentada en secciones que, como las de opinión y tendencias (style & arts), son más proclives a atraer a los ahora esquivos anunciantes. Lo que no es óbice para que el suplemento continúe apareciendo íntegramente en la edición electrónica, donde los ingresos por publicidad se mantienen en niveles aceptables. En este momento sólo dos rotativos estadounidenses de circulación nacional -The New York Times y The San Francisco Chronicle- incluyen suplementos literarios en la edición de papel. En el caso del primero, además, el referencial The New York Times Book Review cuenta con más de 23.000 suscripciones exclusivas y puede adquirirse exento en las más importantes librerías de la nación.
La falta de anuncios no es, sin embargo, la única causa de que los editores de los periódicos pierdan el interés en los suplementos. En buena parte del mundo desarrollado se constata de modo fehaciente que la crítica literaria y las reseñas de los periódicos influyen cada vez menos en la decisión de lectura de la gente, lo que convierte a las páginas de libros en uno de los eslabones más débiles de los ya debilitados periódicos de papel. Los españoles leemos más cada año -un dato a la vez estadístico y empírico-, pero confiamos cada vez menos en la crítica "especializada" (auctoritas) para elegir nuestras lecturas. Según la última encuesta, a la hora de decidir la compra de los libros nos fiamos en primer lugar (53,1%) del "consejo de amigos o profesores" -es decir, del famoso boca a oreja-, y sólo en tercero (16,1%) de las reseñas publicadas en la prensa. Quizá en próximas encuestas pueda reflejarse el enorme impacto que las redes sociales y los blogs -el boca a oreja virtual- están teniendo en la difusión de la cultura literaria entre los jóvenes.
Afortunadamente, en Europa, y especialmente en España, la situación no es la misma que en Estados Unidos. Y eso que entre nosotros la crisis publicitaria viene a sumarse a la proverbial estridente tacañería de la industria editorial a la hora de invertir en anuncios -demasiado mal acostumbrada, quizá, a obtener publicidad gratuita en los periódicos con noticias de sus presentaciones y apuestas-. Pero los suplementos culturales en papel -aquí no sólo de libros, sino también de artes-, siguen siendo elementos insustituibles en nuestro sistema de procesamiento de la cultura y punto de referencia para muchos de sus consumidores. Preservándolos -desde dentro y desde fuera- no sólo contribuimos a su difusión, sino a una fecunda y creativa manera de entender el periodismo. Y la propia cultura.
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