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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cuestión de maquillaje

Javier Ocaña

Leonardo DiCaprio, Armie Hammer y Naomi Watts interpretan tres personajes que en unas secuencias son veinteañeros y en otras ancianos, así que al grano: en películas como J. Edgar, que abarca 50 años de vida, una decisión inicial esencial es si se opta por el maquillaje o por la duplicidad interpretativa. Qué es más grande: ¿el poder de la narrativa o el de la cosmética? ¿Importa más la credibilidad física o la intensidad emocional? Triple respuesta: depende del tiempo que tengan que estar en pantalla, de lo buenos que sean los actores y el maquillaje, y de la historia que se esté contando. Así, estas transformaciones suelen funcionar cuando se trata de apenas una secuencia, normalmente un epílogo. No es el caso: el metraje donde son viejos rondará el tercio. Además, la interpretación debe ir más allá del tono de voz; debe incluir un estado corporal, incluso un tipo de mirada. DiCaprio y Watts lo resuelven con talento, pero cada aparición del Hammer viejo enciende las alarmas: por la calidad del maquillaje y por su actuación. En cuanto al tipo de historia, los momentos de ancianidad no son baladíes, estamos ante una gran historia de amor homosexual; reprimida, pero historia de amor. Y ahí el cambio de intérpretes hubiese encendido la emoción.

J. EDGAR

Dirección: Clint Eastwood. Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Armie Hammer, Naomi Watts, Judi Dench, Geoff Pierson.

Género: drama. EE UU, 2011.

Duración: 137 minutos.

Más información
"La manera de Hoover de sentirse querido era el abuso de poder"

Por lo demás, J. Edgar, excelente en casi todo, es puro Clint Eastwood. Ahí están la luz tenue y sus matices pictóricos, su cadencia, delicadeza y el apasionante retrato de un hombre contradictorio. Sin embargo, como en el personaje, donde hay una realidad constatable (la vida que fue) y una realidad imaginada (por el mismo John Edgar Hoover), también hay una película constatable (con maquillaje) y una película imaginada (con cambio de actores), esta quizá mejor en potencia, en nuestra elucubración. Eso sí, una elucubración aún más imposible de demostrar que de imaginar.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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