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Cumbre del 'art nouveau', personaje de película

Caixaforum se abre a la seducción de Alphonse Mucha

Muchos conocen los dibujos, carteles, joyas o muebles del art nouveau. Pero muy pocos a Alphonse Mucha (1860-1939), creador y difusor de uno de los movimientos que dignificaron las artes aplicadas... y verdadero personaje de película. Todo sucedió, en realidad, entre aquel día de 1894 en que fue descubierto por la actriz Sarah Bernhardt -le pidió que le dibujase un cartel- y su muerte en 1939, a causa de las heridas sufridas durante un terrible interrogatorio a manos de la Gestapo.

Se definía como "patriota checo y masón" y murió a manos de la Gestapo

Su impronta queda retratada en la exposición Alphonse Mucha: seducción, modernidad y utopía, que mañana abrirá sus puertas al público en la sede madrileña de Caixaforum. Una muestra que arroja luz sobre la enigmática personalidad y el legado de un artista único y rotundo a través de más de 200 obras entre carteles, joyas, pinturas, fotografías y libros. Un pequeño tesoro vertebrado en cuatro ejes temáticos: teatro, belleza, misterio y modernidad.

El viaje comienza con ese cartel de la Bernhardt, una mujer de teatro -la favorita de Victor Hugo y Oscar Wilde-, para la que el calificativo de "mítica" se queda corto. La actriz quedó tan impresionada por el trabajo de Mucha para la obra de teatro Gismonda que le contrató inmediatamente para realizar todos los carteles de su compañía. Mucha conseguía así su primer éxito internacional como diseñador gráfico, y las grandes firmas de prestigio recurrieron a sus imágenes para darse a conocer.

Amante del mundo escénico, a lo largo de su carrera trabajó también como decorador y diseñador de vestuario. El gusto por el teatro impregnó toda su creación: cada obra era una representación en la que se fundían el artificio, la belleza plástica y la magnificencia narrativa.

El art nouveau, en el que Mucha se mostró excelso, surge de la mezcla de las formas sinuosas con el mundo vegetal. Es el arte del ornamento por excelencia y se desarrolla en Europa y Estados Unidos entre 1890 y la I Guerra Mundial. Forma de expresión que nace contra el historicismo, en Europa se dio a conocer con denominaciones como Secesión, Estilo Liberty o Modernismo.

El historiador y crítico Alex Mitrani, comisario de la exposición, explica las causas del enorme atractivo con el que se recibió la forma de crear de Mucha. La mezca de elementos del arte bizantino y oriental, combinados con antiguas tradiciones centroeuropeas, suponía un cóctel irresistible: "Mucha creó un estilo decorativo que se caracteriza por una exuberante elegancia y una sofisticada languidez. El éxito no podía ignorarle", comenta.

Pero antes que cartelista, Mucha era pintor. Así empezó sus estudios en Viena y Múnich, y así consiguió un reconocimiento mundial. En 1904 emprendió la aventura americana y viajó a Nueva York, donde realizó numerosos retratos. Se convirtió en lo que ahora muy bien podría llamarse "el primer artista global", porque su forma de hacer fue rápidamente imitada en todo el mundo.

Pero no se quedó en Estados Unidos. Se autodefinía como "patriota checo y masón" y, puede que por añoranza de sus raíces, cuatro años más tarde regresó a Praga, poniendo su arte al servicio de la creación de una mitología eslava, fundamento simbólico del Estado checoslovaco.

Mucha fue iniciado en la Gran Logia Masónica de París en 1898, y llegaría a alcanzar el grado supremo de gran maestro de la Logia de Checoslovaquia. El genio dorado del art nouveau nunca fue capaz de concebir su obra desde los territorios de la frivolidad, sino desde un auténtico espíritu de servicio visionario. El apartado de la exposición dedicado a la fotografía es una prueba contundente de su preocupación social y política. Antes de llevar al lienzo sus grandes pinturas épicas La epopeya eslava y La abolición de la servidumbre en Rusia, Mucha realizó una serie de fotografías en las que retrató el alma atormentada de sus protagonistas.

Lejos de sus orígenes, las grandes metrópolis atraían como un imán al artista. La Exposición Universal de París de 1900 había supuesto la consolidación del art nouveau y la gran oportunidad para su expansión internacional. Mucha tuvo un papel tan protagonista en el acontecimiento que su nombre aparecía como autor de los pabellones de países como Austria o Bosnia, de los carteles oficiales y de la portada de la carta del menú que se sirvió en la inauguración.

La mujer y la belleza como inspiración ocupan un lugar de honor en la exposición. Enlazadas con vegetales y ocupando orlas y vitrales, constituyen el sello de su obra. Ve a la mujer como un prototipo de belleza absoluta que, a través del arte, trasciende a la eternidad.

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