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Crítica:CINE / 'NACIDO EL CUATRO DE JULIO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sueño y pesadilla americanos

Esta película enciende por donde pasa división de opiniones. Es ésa su primera virtud: provoca en el espectador encontradas maneras de verla. Hay quienes la desprecian, quienes la aman, quienes la consideran una obra creadora de libertad y quienes ven en ella conservadurismo encubierto. Hay que optar por ello una -falsa pero inevitable- alternativa: este comentarista cree haber ganado viéndola esa inconfundible libertad que provoca siempre la conjunción de la verdad con la belleza.No es Nacido el cuatro de julio un documento objetivo sobre un período convulso de la historia reciente de Estados Unidos. Es ambas cosas, pero no primordialmente. Primordialmente es otra muy distinta, que engloba a ambas: la representación -magistral a causa de su dificultad y de la facilidad con que es resuelta- de la evolución de la conciencia de un hombre educado en la ideología del sueño americano, desde el anidamiento del mito hasta el descubrimiento de su revés, la pesadilla americana. Por ello es indispensable ver el filme a través de ese prisma formal se trata no de un documento exterior, sino interior, una penetrante introspección. Si se ve el filme de otra manera, sus imágenes no se entrelazarán recíprocamente y la línea de su inteligibilidad se deshilachará y dispersará. Pero si se observa lo que ocurre en la pantalla desde ese ángulo subjetivo antes indicado, todo en ella queda interrelacionado en un desarrollo gradual de alta precisión y enorme fuerza persuasiva.

Nacido el cuatro de julio

Dirección: Ofiver Stone. Guión: Ron Kovie y Oliver Stone, basado en el libro del último. Fotografia: Robert Richardson. Música: John Williams. Estados Unidos, 1989. Intérpretes: Tom Cruise, Kyra Sedwyck, Raymond Barry, Jerry Levine, Frank Whaley, Willem Dafoe. Estreno en Madrid: Callao, Carlos III, Roxy,- La Vaguada y (en versión original) Peñalver.

Varios filmes en uno

Es ésta una película que, no pareciéndolo a primera vista, es unitaría. Lleva dentro varios modelos de secuencias -casi varias películas- muy diferentes, pero perfectamente engarzadas en una sola. Stone emplea estos modelos como escalones a través de los que va expresando la gradual mutación de la interioridad de un hombre, desde su sueño inicial hasta su pesadilla final. Y para ello emplea sucesivamente las miradas de Frank Capra (formación elegiaca del mito del sueño), Francis Coppola (bestial suciedad de la guerra), Samuel Fuller (el horror de un hospital), Williarn,Wyler (retorno al hogar del guerrero), Sam Peckimpah (huida expiatoria hacia el Sur) y una mezcla final de estos y otros modelos (Griffith está detrás de la cárnara en la escena esencial entre Cruise y los familiares del muchacho que mató en Vietnam) que conducen a un no esperado final feliz, que es el caballo de batalla de las polémicas que rodean el filme: el encuentro de una conciencia desgarrada con una verdad liberadora.Hay quienes ven en esta secuencia final la. recuperación por Stone del sueño americano, cuando es todo lo contrario: la aceptación por su personaje (recreado con mucho talento e inteligencia porTom Cruise) de la irrealidad de ese sueño y de la realidad de la pesadilla, una pesadilla que tiene su lado optimista en el despertar: su vida, que había perdido todo sentido, así lo recupera. Y ahí es donde hay que buscar.la racionalidad de este hermoso filme, en su búsqueda de un. lugar para la voz humana en un país que -en palabras de Stone- alimenta su libertad de la negación de la libertad de otros países.

El tortuoso cauce por donde discurre Nacido el cuatro de julio estájalonado por secuencias de choque literalmente extraordinarias: el idilio inicial del muchacho con su entorno, la infernal escena del hospital, el prostíbulo mexicano, la lucha con Willem Dafoe en el desierto, la expiación del sentimiento fratricida en la escena de la granja sureña y otras, en las que sale a flote el susurro lírico, oculto bajo la estruendosa crónica, de esta tragedia íntima narrada a gritos. En ella, Oliver Stone -que incurre en algunos toscos excesos de retórica óptica- encuentra el equilibrio perdido en su Talk radio y entra en algo que se asemeja mucho a la plenitud.

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