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Tribuna:DEBATE SOBRE LA LEY DEL CINE DE CATALUÑA
Tribuna
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Derecho a elegir

Insistimos en el debate del uso del catalán en las películas que han sido rodadas en lenguas que en nuestro país no son oficiales. Como catalán me da igual ver una sesión en catalán o en castellano. Desde pequeño he utilizado las dos lenguas. El problema se me plantea cuando no tengo elección. En las salas en que más cómodo me siento tan sólo programan en un idioma: el castellano. La ley del Cine Catalán causa controversia en los exhibidores, ya que creen que una película doblada al catalán factura menor recaudación. El problema vendrá cuando un exhibidor que opte por el catalán se encuentre con que en el cine de la esquina, su competidor más directo, proyecte el mismo título en castellano. El cine es una cuestión de hábitos. Si estamos acostumbrados a ver las películas en catalán en TV3, ¿por qué no podemos verlas en la gran pantalla? Pues porque en TV3 sólo tenemos la opción de ver esa película en catalán a esa hora y ese mismo día. Los cines que proyectan en catalán se enfrentan ante una mayor oferta en castellano. La clave está en analizar cómo está formulada la oferta y saber cuál es la demanda. La cooficialidad del catalán y del castellano está en las escuelas y también en la calle.

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El público manda

Este punto más controvertido de la Ley del Cine Catalán se solucionaría incentivando con subvenciones al distribuidor y al exhibidor, o por el contrario con una postura más radical: exhibiendo en catalán el 100% las películas con versiones originales de lenguas no oficiales de España. Como productor, que el Govern quiera hacer una normativa más cercana al ciudadano nos consolida como industria y nos ayuda a poder cosechar éxitos tanto comerciales como culturales. El cine nos hace sabios y más libres, y ayuda a que una sociedad legue un patrimonio. Que un documento regule las reglas del juego nos aporta muchas ventajas. La ley actual combina la cultura y la industria protegiendo a los exhibidores, distribuidores y productores por igual. Me explicaré con una vivencia propia; este año he estrenado El truco del manco -que por cierto se rodó en castellano- y gracias a las subvenciones catalanas del ICIC he conseguido equipararme en promoción y distribución con filmes estadounidenses con el pedigrí de los Oscar. Igual podría decir de películas como REC, El orfanato y Vicky Cristina Barcelona, que han tenido éxitos gracias al apoyo de un gobierno. Y a partir de ahora la Generalitat facilita los rodajes en catalán gracias al convenio marco entre ICIC y TV3. Si la rumana Cuatro meses, tres semanas y dos días obtuvo la Palma de Cannes, ¿por qué no puede un día ganarla un filme en catalán? El departamento de Cultura tiene un objetivo elogiable: equiparar los presupuestos para producir películas que puedan aguantar el pulso a Hollywood.

Luis del Val Mínguez dirige la productora Media Films.

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