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Un congreso muestra la pujanza de la orientalística en España La arqueología de Mesopotamia se ha de revisar, según los expertos

Jacinto Antón

Medio centenar de orientalistas se encuentran reunidos desde ayer en un congreso en Barcelona para presentar un panorama actual de sus estudios y elevar el zigurat -la gran torre, para nada babélica en este caso- de sus reivindicaciones. Jean-Claude Margueron, director de las excavaciones en Mari (Siria) y una de las autoridades mundiales en Oriente Próximo antiguo, subrayó, expresando la opinión general, la necesidad de revisar a fondo la arqueología de la zona sirio-mesopotámica.

Margueron apuntó que sólo se han descubierto unas 200.000 tablillas con textos de un total que se calcula en 20 millones. Por su parte, el asiriólogo Giovanni Pettinato, otro nombre legendario en la orientalística, dijo a este diario que apenas se ha excavado un 5 % de los tells (montañas artificiales formadas por la acumulación de restos arqueológicos) de la zona sirio-palestina.La orientalística, consagrada a las culturas del Próximo Oriente antiguo, es una ciencia bien viva. Y no sólo porque queda mucho por hacer y porque hay que revisar lo ya hecho. La juventud y el entusiasmo de los dos centenares de estudiosos que componen el público del congreso de Barcelona, organizado por la también jovencísima organización Eridu, dan prueba de la actualidad y pujanza de una disciplina que, tras años de ser ninguneada por las administraciones y las instancias académicas, empieza a encontrar ahora su lugar en el mundo científico español. Imágenes como la de Margueron firmando a una admiradora un ejemplar de su libro Los mesopotámicos son elocuentes.

Ayer, primer día del congreso, se presentaron comunicaciones como la de la misión española en Tell Mahuz, Irak; el catedrático José María Blázquez evocó grifos, árboles mágicos y rameras sagradas para mostrar cómo los fenicios trajeron hasta España temas mesopotámicos; y se rindió homenaje al orientalista Gregorio del Olmo. La máxima expectación la despertó Margueron, que mostró un panorama de la disciplina muy autocrítico y, lo que no deja de ser una paradoja vista la materia, proyectado al futuro. El científico subrayó la necesidad de observar una unidad sin ruptura entre el mundo mesopotámico y el sirio, desde el golfo Pérsico hasta el Mediterráneo, a través del gran vector unificador que es el Éufrates.

Margueron recalcó la necesidad también de entender los textos en su contexto arqueológico y enfatizó que sólo la colaboración profunda entre epigrafistas y arqueólogos puede llevar a entender la civilización del Oriente Próximo antiguo. "Nuestra documentación arqueológica con respecto a Oriente Próximo siempre es incompleta", dijo. " En Mari, para un periodo de suma importancia de un siglo y medio, disponemos de 40 tablillas. Y para otros tres siglos, ninguna. Todos nuestros juicios deben estar dominados por la idea de que nuestra documentación es incompleta, y no sólo en lo referente a los textos, sino a la arqueología. Las condiciones de conservación son muy malas. Allí, la tierra vuelve a la tierra y todo se pierde". Margueron subrayó: "La civilización sirio-mesopotámica no es rica en información, y eso conduce a juicios comparativos con la civilización egipcia negativos para la primera. La egipcia parece más brillante, pero nos equivocamos si pensamos eso". Margueron destacó que para reivindicar la civilización de Oriente Próximo excavar bien es fundamental, y también lo es "hacer una reevaluación drástica de la arqueología de la primera generación". Puso como ejemplo el juicio distorsionado que se hizo sobre Mari, considerada inicialmente como "faro avanzado de la civilización sumeria", mientras hoy se la entiende como una ciudad que ocupa una posición central en un sistema bipolar Mesopotamia/ Siria occidental. "Hay que preguntarse sobre las cosas, tratar de avizorar el lado oscuro de la Luna, lo que no nos dicen directamente la arqueología y los textos. Viéndola así, la arqueología de Mesopotamia no será ya nunca más pobre".

Cuestión de 30 centímetros

Pettinato, el gran epigrafista de Ebla, ofreció una cifra muy ilustradora. Preguntado por la diferencia entre el éxito de público de la civilización egipcia en comparación con la mesopotámica, señaló una medida con los dedos y afirmó de manera desconcertante: "Es una cuestión de 30 centímetros". Aclaró: "Es una cuestión simplemente visual, en Egipto usted puede ver grandes construcciones monumentales; para la civilización mesopotámica generalmente sólo tenemos una altura de 30 centímetros de edificación; todo lo demás ha desaparecido, porque construían con adobe. Pero ahí está la verdadera creación de la primera humanidad; con dos elementos pobrísimos, la arcilla y las cañas, la gran inteligencia de los sumerios supo construir los fundamentos de nuestra civilización: la escritura, la arquitectura, las ciudades. Los egipcios trabajaron con piedra; en Mesopotamia se hizo la torre de Babel, la gran torre de Babilonia, que tenía 90 metros de alto y de base, con barro". Pettinato enmarcó las grandes ciudades sirias de Ebla y Mari en la órbita mediterránea y destacó la unidad cultural de ese área. Hizo una aseveración polémica: la ciudad Estado y la democracia no son inventos griegos. Apuntó que en Ebla, el poder no era dinástico, sino electivo: a la manera de los dogos de Venecia.

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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