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El escritor Bret Easton Ellis regresa al escándalo con 'Glamourama'

La novela insiste en la obsesión del autor por ridiculizar el esnobismo

Coincidiendo con la temporada navideña, el autor de American Psycho, Bret Easton Ellis, ha publicado su nuevo libro, Glamourama, otra narración sobre la superficialidad y la modernidad empañada de violencia extrema y pornografía. Glamourama se anuncia como una obra mucho más ambiciosa que American Psycho, pero algunos críticos no han mordido el anzuelo. Para Michiko Kakutani, del New York Times, el lector no puede hacer muchas distinciones en esta novela "interminable" por encontrarse "demasiado aburrido".

Kakutani escribe que con Glamourama Ellis se parodia a sí mismo y que "es difícil entender por qué quiere dedicar tanto tiempo a hacer la crónica de un mundo que él mismo parece reconocer que es vacío, mercenario, cínico y sin sentido: un mundo que adora y que desmitifica a la vez".En el lado de los partidarios, Alex Ross sugiere en The New Yorker que los libros de Ellis se convertirán con el tiempo en referentes obligados de nuestros días, y defiende al escritor alegando que "no le da miedo la apariencia de caos", y que de ese modo nos lleva en "un viaje a la no-existencia".

Ellis, de 34 años, ha vuelto a provocar la repulsión y la fascinación incondicional que siempre ha suscitado este misterioso escritor de Los Ángeles residente en Nueva York. Las 500 páginas de Glamourama -que en abril editará Ediciones B en España- van precedidas de una cita de Adolf Hitler, y a partir de ahí comienza el espectáculo. Los capítulos están numerados en orden descendente, como si se tratara de una cuenta atrás. Hacia dónde es lo que no se sabe; puede ser la gran pedorreta final o tal vez el año 2000. La primera mitad del libro es un repaso a menudo hilarante por el mundo de los famosos en Nueva York de hoy día, una ciudad donde los yuppies no han desaparecido, sólo se han transformado.

El narrador se llama Victor Ward, y es un modelo-actor que bucea en el ambiente de los famosos de verdad. Igual que en American Psycho, Ellis enumeraba marcas de ropa obsesivamente, aquí hace listados interminables de gente real que aparece en el trasfondo de la acción o como tema de conversación de los protagonistas.

Como parte del argumento es la inauguración de una discoteca, hay una excusa para dedicar páginas y más páginas a la elaboración de listas de nombres de famosos de primera, segunda y tercera fila, y a menudo reírse de todos ellos. Tal vez no hay ningún famoso en el mundo del entertainment de Estados Unidos que no esté nombrado en el libro de Ellis, y no sería descartable que más de uno se plantee demandar al autor.

Poner un ejemplo de las celebridades que Ellis menciona es inútil, pues aparecen todas, y además con el mérito de que apenas se repiten, pero baste decir que en la portada del libro hay fotos de Leonardo di Caprio, Kate Moss, Winona Ryder, George Clooney, John Kennedy Jr. y muchos más, y que dentro se menciona a Pedro Almodóvar, y a Antonio Banderas en un comentario de lo más soez (dos personajes dialogan y uno de ellos le dice al otro que cuando el actor conoció a Melanie Griffith él le dijo a ella que la tenía "más grande que Don [Johnson]"). Acaba apareciendo hasta Patrick Bateman, protagonista (ficticio) de American Psycho.

Mediante la técnica de la sobredosis, Ellis persigue hacer un comentario irónico sobre la vacuidad de la cultura de los famosos y sus hábitos de vida, comida, moda y ejercicio físico en elNueva York actual, en el cual el hambre de dinero de los ochenta se ha sustituido por el ansia de fama instantánea.

Pero a mitad del libro, Ellis pone a su protagonista rumbo a Europa en el QE2 y empieza la decadencia. En Londres y en París, Victor Ward entra en contacto con un grupo de top models terroristas que están poniendo por doquier bombas empaquetadas en mochilas de Prada y bolsas de Louis Vuitton (culminando con la explosión de un 747) mientras un equipo de cine parece estar filmándolo todo.

Entre American Psycho, de 1990, y Glamourama, Ellis sólo había publicado una colección de relatos, bajo el título The Informers. En parte debido a que su estilo sensacionalista funciona bien, y en parte también a la buena acogida que ha tenido fuera de Estados Unidos, Ellis ha pretendido convertirse con los años en un remedo de Tom Wolfe, versión clasificada X.

Páginas 'in'

En una entrevista recién publicada en Rolling Stone, Ellis se arrepiente de haber declarado su homosexualidad a una televisión británica el verano pasado, pero no se arrepiente de los libros que ha escrito desde hace 14 años y el escándalo que los ha acompañado. Refiriéndose a los críticos, asegura: "Son como una broma para mí. La gente cree que alguien que ha podido escribir estos libros debe ser un hijo de puta. Pero no me interesa lo que dicen. Tengo confianza en lo que he escrito, es justo lo que quería hacer."Ellis dedica seis páginas de Glamourama a una escena de ménage à trois que parece sacada de las páginas de Penthouse. El narrador, que tiene relaciones simultáneas con varias modelos a la vez (una de las cuales se gasta al mes 200.000 pesetas en facturas de teléfono móvil), discute con sus amigos que lo que está más de moda es no estar de moda ("out está in", asegura), aunque se siga comprando ropa de Prada y Todd Oldham, y discos de Rage Against the Machine y Offspring, referencias de los noventa que dan forma al libro.

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