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Reportaje:

Encuentro abstracto en Pamplona

La mecenas María Josefa Huarte cede su colección de arte moderno a la Universidad de Navarra - Se expondrá en un museo que proyecta Rafael Moneo

El apellido Huarte quedó ligado para siempre a la historia del arte español aquellos días de verano de 1972, en los que se celebró el gigantesco happening de los Encuentros de Pamplona, y España pareció, pese a todo y por un momento, situarse en la vanguardia de la creación contemporánea. Aquel despliegue fue sólo la punta del iceberg de la actividad de mecenazgo de los Huarte, patrocinadores de la era dorada del arte vasco, promotores de apasionantes aventuras cinematográficas (X Films) y arquitectónicas (Torres Blancas) y, además, participantes en la construcción del Valle de los Caídos.

En una dimensión totalmente diferente, María Josefa Huarte ha revolucionado el tranquilo panorama artístico navarro al ceder su famosa colección, impresionante compendio de abstracción e informalismo, a la Universidad de Navarra.

Entre los fondos donados figuran obras de Picasso, Tàpies o Kandinsky

Esta misma semana, el arquitecto Rafael Moneo entregará el proyecto para el edificio que la albergará. Está previsto que antes de Semana Santa se conozca el nombre del director. Todo está listo para que eche a andar un centro ambicioso y, prometen, pionero en el ámbito de la investigación: el Museo de Arte Contemporáneo de Navarra. Es sólo un nombre provisional pero ya agrupa la soberbia colección donada por María Josefa Huarte: unas 60 obras firmadas por artistas como Picasso, Palazuelo, Oteiza, Tàpies, Kandinsky o Rothko. Un tesoro artístico que se expondrá junto a los fondos de fotografía española montados en torno a otra donación: la colección de Ortiz-Echagüe, retratista de la generación del 98 y de la negrura de aquella España, así como un personaje inclasificable y capital en la historia del arte español, fundador en su faceta de ingeniero de CASA y Seat.

Jaime García del Barrio, adjunto al rector de la Universidad y responsable de definir el nuevo museo, muestra orgulloso la explanada que une la universidad con la ciudad de Pamplona. Ahí se levantará el edificio de Moneo, una construcción de dos plantas con 10.000 metros cuadrados dedicados a exposición y un auditorio con capacidad para 700 personas que será un auténtico centro de intercambio de ideas artísticas. "Teníamos que buscar una oferta diferente", explica García del Barrio. "No podíamos hacer lo mismo que otros y la excelencia es lo único con lo que en estos tiempos se puede competir", dice.

Mientras se levanta el edificio, García del Barrio se afana en la tarea de enriquecer el contenido del museo. Cuenta con una lista de los coleccionistas que podrían animarse a depositar sus piezas en el nuevo edificio de Moneo. "He hablado ya con bastantes y no sólo en España". El éxito de esa empresa no parece preocuparle tanto como montar un "patronato auténticamente multicultural y multiconfesional". Y parece consciente de la carga de una declaración así, en un museo dependiente de la Universidad de Navarra y, por tanto, del Opus Dei.

La mecenas María Josefa Huarte vive a sus 85 años entre Madrid y Pamplona. Prefiere hablar por boca de otros, como García del Barrio, estos días. Sigue con atención cada paso en la construcción del edificio y, según su entorno, aún le interesa aumentar la colección.

Tomás Llorens, historiador y comisario de exposiciones, profundo conocedor de la colección, aconseja no subestimar la importancia de las obras. "Ella ha sabido apoyar a artistas como Oteiza, Chillida o Tàpies desde sus primeros momentos. Por eso, sus piezas son de las mejores que existen. En sus muchos viajes, no ha perdido ocasión de aumentar el legado".

La historia de este museo, con todo, pudo ser otra. La primera oferta de María Josefa Huarte fue al Gobierno foral de Navarra. La única condición que puso fue sobre la ubicación. Quería que se expusiera al público en un lugar céntrico y propuso el bello edificio de la Ciudadela, en el corazón de Pamplona. Cuando un informe de Bellas Artes, remitido desde Madrid, desaconsejó el vaciado de los baluartes de la Ciudadela, la coleccionista se decantó por depositar la colección en la Universidad de Navarra.

Juan Ramón Corpas, consejero de Cultura de Navarra, no tiene la sensación de haber dejado pasar una oportunidad única para el patrimonio público. "Al Gobierno de Navarra lo que le alegra es que este legado se quede aquí. Creemos que para la sociedad tienen tanto interés los proyectos que nacen de la iniciativa pública como los de la privada". Una cosa parece indiscutible. La oferta artística de Pamplona saldrá ganando.

Rafael Moneo y María Josefa Huarte, ante <i>L&#39;espirit catalá</i>, de Tàpies.
Rafael Moneo y María Josefa Huarte, ante L'espirit catalá, de Tàpies.
<i>Tipos de Ávila</i> (1916), fotografía de José Ortiz-Echagüe.
Tipos de Ávila (1916), fotografía de José Ortiz-Echagüe.
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