Encuentros en la tercera edad

Poco antes de llegar al desenlace de esta comedia de lubricidades y afectos otoñales, uno de los personajes le dice a otro: "Lo único que te puedo ofrecer es una relación puramente sexual". El público recibe la réplica con sonoras risas. Y es en el tono un tanto condescendiente de esas risas donde el último largometraje de Laura Mañá encuentra su peor dictamen.

Al parecer, lo que al público le resulta tan gracioso es que dicha frase la pronuncie una septuagenaria, algo que se da, directamente, de bofetadas con el propósito (teórico) de la película: desdramatizar la experiencia del sexo en la llamada tercera edad. Acto seguido, La vida empieza hoy se aplica a erotizar su elenco en un esforzadamente procaz juego de montaje, pero ya es demasiado tarde: a esas alturas ha quedado bastante claro que, una vez más, las inercias de la comedia coral costumbrista han neutralizado las posibilidades de un tema con cierto poder desestabilizador hoy en día.

La película de Laura Mañá (su cuarto largometraje) parece estar pidiendo a gritos que se formule un chiste fácil: subrayar que sus modos y maneras resultan escandalosamente más viejos que su reparto. Un reparto, que, a su vez, es lo más lleno de vida, gracia y carisma de un conjunto que, a falta de otros estímulos, invita a reflexionar sobre la supervivencia, totalmente contra natura, de determinados moldes en una comedia cinematográfica española empeñada en no afrontar su propio cuestionamiento.

Dicho esto, injusto sería no añadir que el guión maneja las distintas líneas narrativas con solvencia, entre los enfrentados polos de comicidad y amargura encarnados, respectivamente, por la anciana avinagrada a la que da vida y nervio la veterana Pilar Bardem y el hombre demolido interpretado por un sobrio Lluís Marco.