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España ignora al compositor Eduardo Grau

Eduardo Grau, músico español ignorado por la gente de su tierra, vive en la ciudad argentina de Mendoza, donde uno de los mejores músicos españoles de nuestro tiempo desarrolla una caudalosa cultura estética y humanística que vuelca sobre los demás con la alegría de ejercer la belleza como algo cotidiano.Eduardo Grau ha realizado hasta ahora más de 150 obras, entre las que hay conciertos, sonatas, canciones, música de cámara y corales sinfónicos. Algunos de sus trabajos se basan en sus propias composiciones poéticas.

En los corales sinfónicos de Eduardo Grau hay una permanente evocación de antiguos romances españoles. Más aún: en toda su música está presente la patria lejana. Una zarabanda hispánica, cálida y emotiva, es el final de su Segunda sonata. La mayor parte de este material está editada y estrenada en Latinoamérica, en Estados Unidos y en buena parte de Europa, especialmente en Italia; pero de España sólo sé que la Agrupación -Coral de Cámara de Pamplona, una de las mejores del mundo, que ha grabado su Cantores de la nao, y en los dos últimos años no he visto una sola vez las palabras Eduardo Grau en letras de molde. Y bataría escuchar la versión registrada en Brasil, con Barbosa Lima de solista, para saber quién es Grau.

Cuando tenía ocho años de edad, sus padres lo llevaron de Barcelona a Buenos Aires. En la capital argentina estudió y profundizó su apasionada vocación musical. Muy joven aún, envió sus primeras composiciones a Manuel de Falla, que se hallaba encerrado en otra ciudad de Argentina, en Alta Gracia, provincia de Córdoba. Don Manuel, ya un hombre obligado de la musicología universal, le invitó a visitarlo. La entrevista es una de las mejores anécdotas de Grau. «Deje que el aire pase por la música», le dijo Falla, a la vez que le estimulaba y lo elogiaba. Para Grau, esto significó ratificarlo en un trabajo diario que cumple disciplinadamente y que a mí me parece debe inicíarse todas las mañanas memorizando la patria lejana, lejanísima

Nuestro colega El País, de Montevideo, dijo en su Entrada de Ia Atidante Caballería: « Encantadora evocación medieval. Trata de recrear a la vieja caballería. Obra fresca y espontánea, instrumentada con imaginación y gracia.» Cuando a mediados de 1975 escuché el estreno de su Concierto número 3, por la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo, en Mendoza, el tiempo se me pasó volando, entre frases musicales que tenían lo que pedía Manuel de Falla: aire que pasa.

Grau, lejísimos para España -y él tan cerca-, vive en permanente actitud musical por la que se ha aproximado a su segunda vocación: el teatro. El maestro Grau, además de compositor y director de la Escuela Superior de Música de la Universidad de Cuyo, es también. profesor de Historia del Teatro en esta misma casa de estudios. Uno no sabe de dónde saca tiempopara además estarvolcado a una permanente labor de divulgación estética como conferenciante.

Pero lo gozoso de verdad sería ver a Eduardo Grau en España hablando de su tema cotidiano o en el estreno en su patria de su Concierto en modo frigio, por ejemplo.

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