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Reportaje:

Esperpento centroeuropeo

'El ignorante y el demente', un clásico de Thomas Bernhard, llega a los escenarios españoles

"España tiene desde hace tiempo una deuda con el teatro de Thomas Bernhard. Resulta inexplicable que siendo para muchos españoles un escritor de culto cuya narrativa sigue reeditándose sin cesar, sea casi un desconocido entre nosotros como autor teatral". Quien lo afirma es Miguel Sáenz, traductor de la práctica totalidad de la obra del escritor austriaco, al que conoce profundamente, así como de El ignorante y el demente, obra de Bernhard que anoche se estrenó en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con dirección de Joaquim Candeias, profesional formado en Berlín, Viena, Roma y Madrid, y con producción e interpretación de Ana Caleya, quien lleva años peleando para rescatar el teatro de este autor con su compañía Galanthys Teatro.

La obra, a pesar de ser uno de los títulos emblemáticos de Bernhard, no se ha montado nunca en España salvo unas lecturas dramatizadas. "Lo más sorprendente es que en Europa es un clásico contemporáneo indiscutido", apunta Sáenz, quien sostiene que Bernhard no se ha escenificado mal en castellano, sino poco y a destiempo. "Por eso es una gran noticia que esta obra, para mí una de las mejores de Bernhard, se lleve a escena; la pieza es un regalo para los que la hagan y, sobre todo, para el público", dice Sáenz de este texto, en cuyo montaje también participan los actores Antonio Canal, Silvia Vivó, Josep Albert y Paco Celdrán.

En El ignorante y el demente, Bernhard explora lo absurdo de la vida, y aparecen elementos de su teatro no comunes a su otra literatura, como sus irónicos monólogos, que crearon un estilo que se conoce con el nombre de teatro de la nueva subjetividad, al que también pertenece Peter Handke. "Tiene una gran teatralidad y un idioma propio", comenta la productora y actriz, que se muestra encantada de haber contado con Candeias para este proyecto. "Ella ha ido mucho por Viena, y yo me crié con el teatro de Bernhard. Aquí no se monta porque actores y directores le tenemos miedo, pero es una obligación moral ponerle en escena, es uno de los más grandes del siglo XX". Con el montaje también se conmemora el 20º aniversario de la muerte del autor, que falleció en Gmunden en 1989, a los 58 años, siendo un reconocido poeta, novelista y dramaturgo.

La obra elegida se estrenó en 1972 en el Festival de Salzburgo, lo que supuso un gran escándalo. Bernhard quería dejar al público en total oscuridad los últimos minutos de la obra, y las normativas prohibían que se apagaran las luces de emergencia, ante lo cual el polémico autor retiró el permiso y sólo se representó tres días (con dirección de Claus Peymann e interpretación de Bruno Ganz).

En esta obra, Bernhard se recrea en dos de sus principales obsesiones: la enfermedad y la música, y lo hace dentro de un juego metateatral, con el sonido de fondo de La flauta mágica. Miguel Sáenz señala que fueron algunos escritores españoles, como Félix de Azúa, Javier Marías y Fernando Savater, los primeros en darse cuenta de que Bernhard, además de pesimista, moralista y otras cosas, era también un gran humorista. "El teatro de Bernhard, en cambio, muestra desde el primer momento su vena satírica. El humor de Bernhard es negro, en ocasiones atroz", afirma Sáenz, mientras la productora y el director añaden: "Es una suerte de esperpento centroeuropeo".El autor quería dejar al público en total oscuridad los últimos minutos

Josep Albert (izquierda) y Antonio Canal, en la obra.
Josep Albert (izquierda) y Antonio Canal, en la obra.
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