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"Fin de un exilio"

La vuelta al Prado de 176 obras (154 pinturas, 21 esculturas y 1 maqueta) del siglo XIX fue descrito ayer como un "acontecimiento histórico". Resonaron en las nuevas salas los ecos de las ocasiones únicas. Se habló por parte de los responsables de la pinacoteca, con el director Miguel Zugaza al frente, de "fin del exilio" y de feliz conclusión de un destierro. "Se muestra lo que tanto tiempo ha estado vedado al público. Hace dos años, celebramos la ampliación de Moneo, con el XIX como estrella. Ahora, el arte del ochocientos ha vuelto para quedarse",

- Peripecia única. La colección de arte del siglo XIX está integrada por más de 3.000 obras. Sólo se expondrán 176. El resto está en los almacenes o forma parte del llamado Prado disperso que se puede ver en otros museos o en espacios institucionales. Para muchos, el arte de este periodo ha sido el pariente pobre de las colecciones del museo. Parecían obras sin suficiente dignidad para mirar de tú a tú a Velázquez o Goya. Esa distinción fue ayer cosa del pasado.

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El Prado repara su deuda con el siglo XIX

Por eso, José Luis Díez, jefe de Conservación de pintura del siglo XIX, estaba exultante. "Después de 21 años al frente de este departamento, mi sueño se ha cumplido. Un auténtico tesoro ha vivido expulsado fuera de los muros del templo del Prado". Primero fue trasladado desde el edificio de Villanueva al Casón del Buen Retiro. La llegada del Guernica de Picasso, en 1981, volvió a dejar el XIX sin hogar. Palidecía en reconocimiento frente a las colecciones reales veneradas por todo el mundo. La deuda ha quedado al fin saldada. Y Díez está convencido de que la entrada noble en el Prado va a contribuir a revalorizar este periodo en el mercado artístico.

- Un mapa emocional. El recorrido por las 12 nuevas salas es deslumbrante. El itinerario arranca con un homenaje en la galería central a todos los que hicieron posible el museo. Una bellísima escultura de Isabel de Braganza preside un espacio en el que hay otras 13 esculturas, retratos de Fernando VII y el Goya neoclásico más conocido a través de los lienzos de las marquesas de Villafranca y de Santa Cruz. Vienen después las salas monográficas dedicadas al Romanticismo, Federico de Madrazo, Eduardo Rosales (con Isabel la Católica dictando su testamento). Los espacios dedicados a Fortuny y a Rico, Raimundo de Madrazo, el paisaje realista de Carlos de Haes y el Naturalismo completan el paseo.

- Joyas ineludibles. Las dos salas dedicadas a la pintura de historia son sencillamente apabullantes. En la primera hay seis obras monumentales dedicadas a exaltar los valores nacionales. Doña Juana la Loca, de Francisco Pradilla es su máximo exponente. Los cinco lienzos de la segunda sala recogen Los fusilamientos de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert.

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