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Reportaje:

'Free jazz', libertad incondicional

El disco que revolucionó el género cumple medio siglo sin perder su vigencia

"Más que un disco: una declaración de principios". La aparición, hace medio siglo, de Free jazz: a collective improvisation, a cargo de un colectivo de "jóvenes leones" de la New Thing comandados por el saxofonista Ornette Coleman (Fort Worth, Texas, 1930), generó en los años sesenta un verdadero maremoto en las tranquilas aguas del jazz. "Una música sencillamente ininteligible", para unos, o lo más parecido a una "biblia musical" para quienes tomaron el título del disco como referencia de un nuevo género de música: el free jazz (jazz libre).

Hacía apenas unos meses que Ornette Coleman había llegado a Nueva York desde su California de adopción dispuesto a romper lazos con un jazz que el tiempo había convertido en una música repetitiva y predecible. "La forma del bebop ha sobrevivido durante cuatro generaciones, pero no ha evolucionado", declaraba el saxofonista. "Es una cuestión de 'dame los acordes y yo hago el resto': lo que yo hago es exactamente lo contrario: llegar a los acordes desde la melodía".

"Nos liberó de la esclavitud del 'bebop", dice Steve Lacy, saxofonista

Free jazz fue grabado en 1960 de una sola vez y sin interrupciones. El líder de la sesión reunió en el estudio de grabación a dos cuartetos con, entre otros, los trompetistas Don Cherry y Freddie Hubbard y el clarinetista Eric Dolphy. Las interpretaciones se grabaron en estéreo, con cada cuarteto sonando de forma completamente aislada en un canal y en otro: "Ornette nos dio unas indicaciones de adónde quería conducir la música desde el punto de vista melódico y rítmico y, a partir de ahí, era cosa nuestra" (Hubbard). El resultado son 40 minutos de una doble improvisación "libre", colectiva y simultánea: "Quería una masa de sonidos en la que yo fuera uno más. La única manera de conseguirlo era escribir una pieza y encontrar unos músicos lo suficientemente buenos para tocar al mismo tiempo".

Para el saxofonista, la sesión de Free jazz fue "una más": "En realidad no hay nada que entender. No es bueno ni malo: es". Según Steve Lacy, uno de los primeros discípulos de Coleman, el álbum ejerció una influencia positiva y negativa sobre el jazz. "Positiva porque liberó al jazz de la esclavitud del bebop. Negativa porque atrajo hacia el jazz a muchos que, simplemente, no sabían tocar, amparados en la falsa apariencia del todo vale".

Medio siglo más tarde, la convulsa era del free jazz evoca sentimientos ambiguos en el aficionado y entre los músicos: "Algunos de los conjuntos eran buenos, la mayoría muy malos", recuerda el baterista Don Moye. "Hasta que el público empezó a irse a otros géneros, como el funky o el rhythm & blues". Pronto, las finanzas de los músicos de free comenzaron a resentirse. "Unos promotores organizaron una gira de mi grupo por Argentina", recuerda Lacy. "Nuestros conciertos se anunciaban como free jazz [libre], pero el púbico entendió que era jazz gratis [otro significado de free], con lo que nadie pagaba la entrada. El resultado fue que me quedé varado sin dinero siquiera para tomar el avión de vuelta".

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