El Fundi, un torerazo
Si llega a nacer en la época de los toreros valientes y los toros fieros, hubiera sido una figura de época. Hoy, en el reinado de la rampante ñoñería, El Fundi es un rescoldo vivo de la fiesta más auténtica. Un torerazo.
La estampa emocionantísima del desplante gallardo del torero instantes después de que su segundo toro cayera patas arriba sin puntilla de un estoconazo hasta la bola era una lámina de aquellos tiempos en los que un puñado de héroes se jugaba la vida de verdad. Era la imagen del vencedor en una dura batalla, tan infrecuente en el toreo moderno. Después, paseó una oreja de verdad; tan de verdad como toda su actuación de ayer. Fue la suya una lección magistral ante dos toros correosos, como toda la corrida, broncos, ásperos, listos, que embestían sin fijeza, con la cara por las nubes y atentos al menor descuido del torero. Pero El Fundi es un catedrático de la técnica y un torero valiente. Bien plantado ante la cara de los toros, firme siempre, la muleta tersa, en una entrega cabal, desplegó todo el repertorio de un torero hecho y derecho. Domeñó a sus oponentes, los banderilleó con decoro, les robó pases meritorios y demostró que él es un torero con mayúsculas. Nada más y nada menos.
Palha / El Fundi, Jesuli, Bolívar
Toros de Palha, deslucidos.
El Fundi: vuelta tras aviso y oreja. Jesuli de Torrecera: silencio y silencio. Luis Bolívar: silencio y silencio.
Plaza de la Maestranza. 29 de marzo. Tercera corrida de feria. Más de media plaza.
Pocas opciones tuvieron Jesuli y Bolívar, diestros más modernos, aunque no volvieron la cara en ningún momento. Ambos se lucieron con el capote. Los dos, a la verónica, y el segundo, además, con unas ceñidas gaoneras. Valientes en todo momento, aprobaron un difícil examen para cualquiera.
Hubo otro torerazo: Domingo Navarro, de la cuadrilla de Bolívar. A su extraordinaria profesionalidad de siempre unió ayer un milagroso quite providencial a un compañero, lo que le obligó a saludar al respetable.