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Adelaida García Morales plantea en su nueva obra la complejidad de un triángulo amoroso

'Nasmiya' indaga en las posibifidades del amor 'fuera de los esquemas culturales"

Andrés Fernández Rubio

"Me llamo Nadra desde que me convertí al Islam..." Así comienza la nueva novela de Adelaida García Morales, Nasmiya, publicada por Plaza&Janés, y en la primera página ya se plantea todo el conflicto. Su marido, Khaled, toma una segunda esposa, y Nadra se ve introducida así en un complejo círculo de celos, dolor y desesperacion que se une al respeto que le produce el magnetismo y la belleza de Nasmiya, la favorita. Para la autora de El sur, esta nueva obra indaga en las posibilidades del amor fuera de los esquemas culturales de Occidente.

Adelaida García Morales no durmió en la madrugada de ayer. Se quedó de charla con unos amigos y, como tenía que levantarse muy temprano, dedicó el resto de la noche a corregir. Esta mañana está agotada y por eso se arrepiente un poco. Vive en uno de los barrios madrileños de casas bajas en los que quedó plasmado el ideal urbanístico de la República. En su salón la chimenea está encendida y hay libros de tapa blanda en las estanterías y un ambiente de cálido desorden. Desde que no vive con el cineasta Víctor Erice, Adelaida García Morales ha aumentado su producción literaria. "Estoy escribiendo otra novela, estoy bastante sola, tengo mucho tiempo, sobre todo desde que me he separado", dice. La escritora también prepara un libro de relatos sobre mujeres solas, "historias de mujeres entre 40 y 50 años, separadas, solteras o divorciadas, y cómo se enfrentan a la soledad". El hecho de plantarle cara a la soledad pasa por hacerla habitable, "no concibiéndola como un hundimiento, una forma de angustia, una caída...", sino como un estado "que puede ser gozoso y alcanzar una plenitud".

Belleza antigua

Adelaida García Morales vivió cinco años en Las Alpujarras, en un pueblo de la sierra de Granada, y pasa allí algunas temporadas. Le queda de aquella época un aire hippy que también se manifiesta en su manera informal de vestir. Su cara es de una belleza antigua, con la melancolía de los retratos en los camafeos. "Creo que se puede dar el amor único, pero son casos excepcionales", afirma refiriéndose a los 15 años de relación entre Nadra y Khaled, los personajes de su novela. "Me parece difícil que el amor dure si tiene que pasar por la cotidianidad. Al cabo del tiempo se pierde". Adelaida García Morales ha oído casos de matrimonios de la generación de sus padres que han permanecido muy unidos. Lo atribuye a valores como la comprensión, la amistad y la compañía, al hecho "de que de alguna manera interiorizas a la otra persona, pero esa magia del amor del principio me parece que es difícil mantenerla durante mucho tiempo". Nasmiya le ha costado a la autora cuatro reescrituras. La historia sale de apuntes que tenía tomados desde hace años, y los personajes "han ido moviéndose por sí mismos e imponiendo una serie de relaciones". "Antes de empezar pensé que el amor era monogámico", añade, "pero visto cómo se movían los personajes, al final terminé pensando que era posible, pero no seguro, amar a dos personas. Al final lo admitía más".

Ante Nasmiya, la narradora de la novela, Nadra, tiene arre batos de celos, "que son un sufrimiento terrible y que quizá puedan considerarse enfermi zos". "Veo que es difícil trascender el sentimiento de propiedad sobre la otra persona que aparece en el amor", dice Adelaida García Morales. "Para trascenderlo se necesitaría un trabajo interior muy fuerte, posible sólo en personas que basen su propio bienestar en el estado interior más que en lo que les da su pareja; que tengan una cierta independencia dentro del amor, lo cual no es contradictorio; que coman el mismo pan pero no del mismo trozo, como se dice en el libro citando a Khalil Gibran. Pero en esta cultura occidental es muy dificil depender del interior, es muy difícil superar los celos".

'La invitada'

El concepto occidental de amor va unido a la monogamia, aunque con casos concretos excepcionales, como el citado por García Morales de Sartre y Simone de Beauvoir. "En La invitada sí que había un intento de formar un triángulo amoroso, pero era una relación diferente para ellos, que vivían separados. Y, a pesar de todo, en la obra de Simone de Beauvoir la relación fracasa totalmente". El planteamiento de Nasmiya viene de aquellos movimientos de los setenta interesados en religiones como el budismo o en los maestros orientales. García Morales conoció a un grupo de sufíes españoles que habían rechazado el catolicismo buscando la energía pura, abstracta, adaptable y sin imágenes del islamismo primitivo. A Adelaida García Morales le interesa ese carácter místico, heterodoxo y libre de los sufíes, sobre todo su "búsqueda de una experiencia interior dirigida a todo".

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