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Manual para salvar Venecia

Cómo orientarse entre los 200 proyectos de rehabilitación de la ciudad de los canales

Más de 200 proyectos concebidos a nivel municipal, regional, nacional e internacional incluso, compiten y polemizan implícitamente, desde aspectos concretos, sobre el modo de salvar a Venecia y sus tesoros históricos y artísticos insustituibles para los hombres. El debate, iniciado hace décadas, cuando los cambios tecnológicos y comerciales desencadenados a mediados del pa sado siglo se revelaron como una amenaza evidente de muerte para la ciudad de los canales, ha producido, sin embargo, más proyectos y polémicas que soluciones. Un manual pone orden entre los canales.

Faltaba sólo un manual para abrirse camino en la jungla de problemas e iniciativas. Y a suplir esa carencia, viene un estudio del Censis, el instituto, de sociología más conocido de Italia, realizado por Venecia 2000, una asociación constituida por empresarios del norte."Hemos aplicado el método denominado de opciones estratégicas, ya utilizado en otros sitios para ordenar el debate y ponerlo al alcance del público nacional e internacional, convencidos de que Venecia necesita menos de especialistas que de un compromiso general de todos para salvarla", dijo Giuseppe De Rita, presidente de Venecia 2000 y director del Censis, al presentar ayer el estudio.

El manual para salvar Venecia confirma, ante todo, que el abandono de la ciudad acosada por el agua, la contaminación, la decadencia socio-económica y el turismo, sigue imparable. Según van las cosas, para el año 2000 en el centro histórico veneciano residirán poco más de 60.000 personas -en 1992, había 75.400- que serán apenas el 14,6% de los censados en el municipio.

El número de empresas continuará en declive; el de turistas habrá pasado, en cambio, de algo más de seis millones a más de ocho millones y medio, de los que casi el 90%, visitarán la ciudad sólo durante el día, sin pararse a dormir ni hacer gasto. Venecia se habrá hundido en el mar otros cinco o seis centímetros para mediados del próximo siglo, y la plaza de San Marcos se inundará entre 65 y 90 veces, en lugar de las cinco o siete inundaciones que sufría a comienzos de este siglo.

El estudio del Censis distribuye luego los problemas en 10 campos: ambiente, conservación, vivienda, funciones cívicas, turismo, actividades productivas, puerto, Marghera (la zona industrial), arsenal (centro económico y militar tradicional de la ciudad, por el que Compiten proyectos industriales y turísticos alternativos) y accesos. A la luz de los proyectos ya existentes, el estudio analiza las posiblidades de actuación en cada campo, que sintetíza en dos opciones diferentes.

El manual para salvar Venecia reduce finalmente todas las actuaciones previstas a dos líneas alternativas de acción, que se oponen por las distintas prioridades que otorgan a estos campos. La línea llamada del realismo concreto" propone intervenciones de emergencia sobre los problemas de la conservación monumental, la vivienda y la revitalización de Marghera como centro fuerte de la industria química, dejando en segundo plano los problemas del ambiente, relegados tras los del desarrollo económico y los del turismo. La línea del llamado "pensamiento lateral" parte, en cambio, de que la defensa del ambiente debe ser la clave tanto de la supervivencia física como de la regeneración económica de Venecia y da, en consecuencia, prioridad a las técnicas de lucha contra las mareas, a una nueva definición de la función internacional de la ciudad y las nuevas funciones del puerto Marghera, no como centro químico sino como polo tecnológico limpio.

El estudio del Censis se detiene ahí, tras destacar la interrelación de todos los problemas y definir las vías de actuación planteadas con la esperanza de que esta aclaración pueda servir para que se movilicen iniciativas ciudadanas y políticas hoy bloqueadas por la complejidad de los problemas y por la variedad de las instancias administrativas llamadas a resolverlos. Hasta el punto de que buena parte de los 11 billones de liras (cerca de un billón de pesetas) movilizados por el Estado italiano en torno a este tema siguen sin ser utilizados.

Tal vez razonando, dice el Censis, se pueda evitar la perspectiva que un relato de ficción aireó hace tiempo de que los turistas de finales del siglo que viene tengan que visitar Venecia dentro de un submarino.

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