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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Miniaturismo

James Ivory, el director de Las bostonianas, es un empedernido adaptador de buenos textos literarios, un especialista en Henry James y un cineasta cuya obra gira siempre alrededor del mismo eje temático y visual: el enfrentamiento, colisión o convivencia de dos culturas, de dos rnodos distintos de ver el mundo. Ésa era la cuestión central en Heat and Dust, su mayor éxito comercial, una excelente aproximación a lo que la India puede suponer ara unos occidentales que no, viajen como meros coleccionista de postales, y también lo era de The europeans, un anterior trabajo en el que James ya repetía como punto de partida.La relación Henry James-James Ivory, de no existir, habría que inventarla. Realmente, las novelas del más europeo de los escritores estadounidenses fueron escritas para que las llevara a la pantalla alguien tan preocupado por la escritura, con tanta voluntad de estilo como Ivory, director de narrativa clásica, minuciosa, cronista de tiempos muertos y de frases no pronunciadas, de pequeños gestos y suspiros de deseo o añoranza que nunca han de explicitarse.

Las bostonianas

Director: James Ivory. ]Intérpretes: Vanessa Redgrave, Madeleine Potter, Christopher Reeve. Estreno: Palacio de la Música 1. Madrid.

En Las bostonianas, novela sobre la pérdida de la inocencia -como todas las de James-, una mujer, Verena, habrá de descubrir sus contradicciones, la imposibilidad de compaginar ideas y sentimientos, su feminismo radical -la acción transcurre en Boston, en 1870-, con la atracción correspondida hacia un fornido abogado sudista, interpretado nada más y nada menos que por Christopher Superman Reeve. Además, su entusiasmo feminista, y el dé Olivia, se verá empañado por dudas de orden sexual, pues la comunión ideológica no logra justificar u ocultar el deseo homosexual entre ambas mujeres.

La película es interesante, pero menos conseguida que la espléndida The europeans. La peculiar historia de triángulo no acaba de cuajar porque dos de sus vértices -o dos de sus puntos de vista, para manejar conceptos más próximos al novelista- no están bien dibujados.

Si Vanessa Redgrave es una Olivia formidable, que domina el decorado e impone sentido al paisaje, no sucede lo mismo con Reeve y Madeleine Potter, cuyos personajes se disuelven en el entorno hasta perderse, un poco a la manera de las figurillas de esas telas elegantes y desprovistas de vida habituales en la pintura inglesa del siglo XIX. No sé si James merecía más pasión, pero sí estoy seguro de que eso es lo que les falta a los personajes, a la relación entre las dos sufragistas.

La sensibilidad de miniaturista de James Ivory ha chocado ésta vez con un posible error de reparto, y ésa es la fuente del tedio que va impregnando el filme a medida que vamos cansándonos de contemplar la campiña, el mar y las bonitas mansiones neoclásicas.

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