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Reportaje:

Ingenio español en la ciudad megalómana

Ricardo Bofill, entre otros, proyecta nuevos espacios arquitectónicos en la capital de Kazajistán

Pilar Bonet

Astaná, la capital de Kazajistán, comienza a atraer a arquitectos y constructores españoles dispuestos a participar en el peculiar desarrollo de esa caprichosa y variopinta urbe, que ha sido calificada de "Brasilia de la estepa centroasiática", y que responde a la voluntad política y a la visión urbanística particular del presidente del país, Nursultán Nazarbáyev. Don Juan Carlos y doña Sofía tendrán mañana la ocasión de conocer los proyectos españoles, especialmente los del catalán Ricardo Bofill, durante la visita que realizan a la antigua república soviética.

El proyecto de Bofill suena a megalomanía: un conjunto de espacio residencial, oficinas, centro de esparcimiento y un palacio de las artes, que en total supone una superficie de 350.000 metros cuadrados a edificar sobre un territorio de 300.000 metros cuadrados, con un coste aproximado de 800 millones de euros, según manifestó a esta corresponsal Renat Naimánov, director general de Aliansstroiinvest, la constructora responsable del encargo.

El Palacio de las Artes y la Arquitectura tendrá 30.000 metros cuadrados y, entre otras instituciones, albergará los museos de Historia de Kazajistán y de Historia de Astaná, una galería de pintura y otra de escultura, así como talleres para artistas. Bofill viajaba ayer hacia Astaná, donde mostrará el diseño del proyecto a las autoridades de Kazajistán. Los colaboradores del arquitecto preferían mantener el secreto sobre las características del boceto hasta su presentación oficial, que se hará en la Pirámide de la Paz, otro espectacular edificio construido por Norman Foster.

Pero el de Bofill no es el único proyecto español. El estudio Alonso, Balaguer y Arquitectos Asociados, de Barcelona, ha recibido un encargo para construir 300.000 metros cuadrados de espacio para uso mixto, según manifestó Luis Alonso. Equip Tecnic Santandreu, de Olot, es responsable de la edificación de una residencia oficial del presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, inaugurada esta semana después de año y medio de obras.

Los familiares del presidente conocen bien la arquitectura catalana por haber pasado temporadas de descanso en mansiones situadas en esa región. La nueva residencia de Nazarbáyev, que tiene unos 1.000 metros cuadrados, se encuentra en una isla artificial a cerca de 1,5 kilómetros del centro de la ciudad, posee un embarcadero privado y en ella se han empleado materiales españoles, según manifestaron fuentes conocedoras del proyecto en la capital kazaja. La empresa Equip Tecnic Santandreu ha construido otras viviendas de lujo en Kazajistán y también participó en su día en la construcción de un sistema de tratamiento de residuos en Astaná.

Astaná se convirtió en capital de Kazajistán en 1997, después de que Nazarbáyev la trasladara desde Almatí, en el sur, con el fin de incrementar la cohesión del Estado que surgió en 1991 y para contrarrestar las tendencias separatistas de la parte septentrional del país, poblada entonces mayoritariamente por rusohablantes. Astaná era una localidad provinciana cuando pasó a ser la principal ciudad kazaja y había tenido su origen en una fortaleza militar rusa, fundada en 1830. En los años sesenta del pasado siglo -con el nombre de Tselinograd y en la ribera derecha del río Ishim-, se convirtió en el centro del proyecto de colonización agrícola conocida por Las Tierras Vírgenes. La elección de Astaná como capital de Kazajistán ha supuesto el surgimiento de una nueva urbe en la ribera izquierda del Ishim para albergar los edificios que representan poder político y económico de uno de los Estados más ricos en materias primas del mundo, con una superficie de 2,7 millones de kilómetros cuadrados y apenas 16 millones de habitantes. La nueva Astaná es todavía un inmenso solar en construcción, donde surgen a vertiginoso ritmo los fantasiosos proyectos individuales, que dan a esta urbe una personalidad ecléctica y singular. Construcciones que rivalizan entre sí en volumen, lujo y altura, parte de las cuales han sido proyectadas y financiadas con petrodólares de los Estados del golfo Pérsico o de las grandes compañías de hidrocarburos internacionales.

El conjunto está dominado por el palacio presidencial y la sede de la compañía de petróleo y gas, Kazmunaigaz, y el Ministerio de la Energía. A medio camino entre el santuario del poder político y el del económico se alza el símbolo de la ciudad, una torre de 105 metros de altura llamada Baiterek. Detrás del palacio presidencial, está la Pirámide de la Paz, la obra de Foster, en el interior de la cual hay una ópera con capacidad para 1.500 personas que la soprano Montserrat Caballé inauguró en 2006.

La Pirámida de la Paz, de Norman Foster.
La Pirámida de la Paz, de Norman Foster.AFP
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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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