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Reportaje:

Interrogantes en el planeta Tintín

Moulinsart SA, que gestiona los derechos de Hergé, admite su divorcio de la editorial Casterman - Spielberg y Peter Jackson estrenarán en 2011 su filme sobre el personaje

El mercado del cómic no gana para sustos y sorpresas. Si hace unos meses el anuncio de la vuelta de Astérix a la editorial que lo vio nacer, Dargaud, desataba un culebrón familiar de consecuencias imprevisibles entre Albert Uderzo y su hija (con tribunales de por medio), ahora la bomba informativa viene de otro de los grandes iconos del cómic francobelga, Tintín, que paradójicamente tomaría el camino contrario: según todos los indicios, el rey mundial del cómic abandonaría Casterman, la editorial que lo ha acogido desde hace décadas.

Ochenta años después de su primera aparición, el joven reportero de Le Petit Vingtième creado por George Remi, alias Hergé, puede convertirse en el protagonista de una aventura mucho más compleja y controvertida que las que suele correr en las viñetas.

Moulinsart controla con mano de hierro un negocio anual de 16 millones de euros

La caja de los truenos ha sido abierta por unas declaraciones que Nick Rodwell, director de Moulinsart SA -la sociedad gestora de los derechos mundiales de Hergé- ha hecho a la revista belga de información económica Trends-Tendances. El actual marido de Fanny Vlaminck, segunda esposa de Hergé y heredera tras su muerte, ha afirmado que las relaciones entre Casterman, la editorial que lleva más de siete décadas publicando el personaje, y la sociedad que él dirige están "al borde del divorcio": "Es imposible trabajar hoy con Casterman, es como si dos personas están casadas y la pareja no funciona, pero ninguna quiere dejar el hogar conyugal. Entre Casterman y Moulinsart es lo mismo: el matrimonio no funciona", afirma Rodwell.

Unas declaraciones tan inesperadas como explosivas que han pillado a contrapié a la editorial Casterman, una de las más importantes del mercado europeo de la historieta y responsable de la edición de los álbumes del personaje desde que dejara las páginas del semanario infantil y juvenil Le Petit Vingtième en 1934.

Los veinticuatro álbumes de Tintín creados por Hergé hasta su fallecimiento en 1983 han sido editados y reeditados hasta la saciedad por la bicentenaria editorial francesa, en todos los formatos y versiones posibles, con un continuo éxito de ventas que ha permitido consolidar una posición preferente de la editorial en el mercado gracias a esta serie universal, que supone más del 20% de sus ingresos. Pero el negocio alrededor del reportero de pantalones bombachos no se limita a los casi dos millones de ejemplares que se venden del personaje cada año. La exagerada producción de mercadotecnia de todo tipo eleva la cifra de negocio ligada a la explotación de los derechos de Tintín a más de 16 millones de euros anuales. Series de televisión, figuras, láminas o juguetes son férreamente controlados por la sociedad Moulinsart, acusada por muchos aficionados de ahogar al personaje en su rigurosa inspección y verificación de cada una de sus apariciones, ya se trate de una pequeña imagen en una web de fans de Tintín o de un estudio ambicioso sobre Tintín; por ejemplo, el firmado por el escritor español Antonio Altarriba, El loto rosa, que no podrá ser reeditado ante las presiones de la sociedad.

Las espectaculares cifras del volumen de negocio que actualmente maneja Moulinsart pueden resultar ridículas a partir de 2011 con el estreno de El secreto del unicornio, primera de las tres películas que dirigirán Steven Spielberg y Peter Jackson sobre las aventuras del famoso personaje. Con un presupuesto de 30 millones de dólares, los dos directores quieren conseguir que la creación de Hergé sea aceptada por fin por el espectador de Estados Unidos, uno de los pocos países que han dado la espalda tradicionalmente a Tintín. Un éxito de taquilla de las películas lanzaría las ya imponentes ventas de la serie a números que romperían todos los récords para un cómic.

Un sugerente futuro que la sociedad Moulinsart SA parece querer gobernar en primera persona. Pero primero tendrá que sortear la batalla legal entre los herederos de Hergé y la editorial Casterman, que de momento niega la existencia de problemas pero que se muestra taxativa a la hora de afirmar: "Casterman no está en venta".

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