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Reportaje:La lidia / Feria de San Isidro

Ira, miedo y poder

El tercio de varas, encuentro entre toro, caballo y picador, sigue como el gran marginado de la fiesta

Parecen los malos de la película pero no lo son. Esa especie de carniceros a caballo, generalmente de aspecto voluminoso que castigan y hieren al toro con la puya, siempre con exceso, en opinión del público que lo contempla, y suelen recibir en pago a su trabajo una cosecha de silbidos mientras dirigen sus cabalgaduras por el callejón después de haber cumplido con su trabajo. Otras veces, las menos, el deambular de caballo y jinete por el callejón se torna en triunfal paseo, que el piquero tal vez deseara que no acabara nunca, en medio de aplausos sin cuento. Cuando el tercio de varas alcanza toda su plenitud, resulta de las cosas más hermosas que se pueden ver en una corrida de toros. Alguien llamó al encuentro entre toro, caballo y picador, "el tríptico de la ira -del toro-, el miedo -del caballo- y el poder -del picador-".

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"¡Que te calles!"

La conjunción de las tres fuerzas que se reúnen en un buen puyazo posee una belleza plástica inenarrable y hurtada a la contemplación de los espectadores con demasiada frecuencia. Antiguamente, los picadores figuraban en los carteles de toros con los mismos honores que los matadores. La suerte de varas tenía sentido por sí misma, y se apreciaba de manera particular la destreza en su ejecución y la manera de parar al toro y encauzar su embestida hacia el caballo para recibir el castigo, sabiendo defender a la vez a su cabalgadura de las acometidas de éste. De aquellos tiempos dorados para su oficio conservan los picadores el derecho a llevar sus casacas revestidas de oro y el uso del castoreño, el singularísimo sombrero con el que se tocan. Pero había un factor absolutamente diferenciador de la suerte de varas de entonces de la que se realiza en nuestros días: los caballos no llevaban peto. Hoy las cosas han cambiado hasta tal punto que el pobre piquero tiene hasta órdenes previas por parte de los matadores de seguir castigando al toro, a pesar de que éstos simulen en el ruedo a la vista de todo el público señales manifiestas de que paren el castigo.

En las ya inminentes corridas "toristas" de final de feria, la afición venteña exigirá a no dudar que la suerte de varas se produzca de la forma más auténtica posible, poniendo al toro largo, enseñándole los pechos el caballo y apreciando cómo lo para con la vara el picador y le administra el castigo justo, dándole salida como se debe, sin tapársela haciendo la famosa "carioca". Entonces será el momento de protagonismo y, tal vez, gloria para David Prados, Miguel Ángel Herrero, Dionisio Grilo, Tulio Salguero, El Legionario o Luis Alberto Parrón, entre otros excelentes picadores. Todos ellos conocen de sobra que con la mano con la que de verdad se pica es con la izquierda de sostener la rienda del caballo, sabiendo sujetarlo frente a los continuos cabezazos que da el toro en el peto.Los banderilleros figuraban antes con los mismos honores que los diestros

Un picador da un puyazo en la corrida de ayer en Las Ventas.
Un picador da un puyazo en la corrida de ayer en Las Ventas.MANUEL ESCALERA
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